Federico
García Lorca
BODAS DE SANGRE
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dominio público.
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PÚBLICO en Argentina por cumplirse más de 30 años de la muerte de su autor (Ley
11.723 de Propiedad Intelectual). Sin embargo, no todas las leyes de Propiedad
Intelectual son iguales en los diferentes países del mundo.
Infórmese de
la situación de su país antes de la distribución pública de este texto.
PERSONAJES.
LA MADRE.
LA NOVIA.
LA SUEGRA.
LA MUJER DE
LEONARDO.
LA CRIADA.
LA VECINA.
MUCHACHAS.
LEONARDO.
EL NOVIO.
EL PADRE DE
LA NOVIA.
LA LUNA.
LA MUERTE
(como mendigo).
LEÑADORES.
MOZOS.
ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO
Habitación pintada de amarillo.
NOVIO.-(Entrando.) Madre.
MADRE.-¿Qué?
NOVIO.-Me voy.
MADRE.-¿Adónde?
NOVIO.-A la
viña. (Va a salir.) MADRE.-Espera.
NOVIO.-¿Quiere algo?
MADRE.-Hijo, el almuerzo.
NOVIO.-Déjelo. Comeré uvas. Deme la navaja.
MADRE.-¿Para qué?
NOVIO.-(Riendo.) Para cortarlas.
MADRE.-(Entre dientes y buscándola.) La navaja, la navaja. .. Malditas
sean todas y el bribón que las inventó.
NOVIO.-Vamos a otro asunto.
MADRE.-Y las escopetas y las
pistolas y el cuchillo más pequeño, y hasta las azadas y los bieldos de la era.
NOVIO.-Bueno.
MADRE.-Todo lo que puede cortar el
cuerpo de un hombre. Un hombre hermoso, con su flor en la boca, que sale a las
viñas o va a sus olivos propios, porque son de él, heredados...
NOVIO.-(Bajando la cabeza) Calle usted.
MADRE.- ... y ese hombre no vuelve.
O si vuelve es para ponerle una palma encima o un plato de sal gorda para que
no se hinche. No sé cómo te atreves a llevar una navaja en tu cuerpo, ni cómo
yo dejo a la serpiente dentro del arcón.
NOVIO.-¿Está bueno ya?
MADRE.-Cien años que yo viviera, no
hablaría de otra cosa. Primero tu padre; que me olía a clavel y lo disfruté
tres años escasos. Luego tu hermano. ¿Y es justo y puede ser que una cosa
pequeña como una pistola o una navaja pueda acabar con un hombre, que es un
toro? No callaría nunca. Pasan los meses y la desesperación me pica en los ojos
y hasta en las puntas del pelo.
NOVIO.-(Fuerte.) ¿Vamos a acabar?
MADRE.-No. No vamos a acabar. ¿Me
puede alguien traer a tu padre? ¿Y a tu hermano? Y luego el presidio. ¿Qué es
el presidio? ¡Allí comen, allí fuman, allí tocan los instrumentos! Mis muertos
llenos de hierba, sin hablar , hechos polvo; dos hombres que eran dos geranios.
..Los matadores, en presidio, frescos, viendo los montes. ..
NOVIO.-¿Es que quiere usted que los mate?
MADRE.-No. ..Si hablo es porque.
..¿Cómo no voy a hablar viéndote salir por esa puerta? Es que no me gusta que
lleves navaja. Es que. ..que no quisiera que salieras al campo.
NOVIO.-(Riendo.) ¡Vamos!
MADRE.-Que me gustaría que fueras una mujer.
No te irías al arroyo ahora y bordaríamos las dos cenefas y perritos de lana.
NOVIO.-(Coge de un brazo a la MADRE
y ríe.) Madre, ¿y si yo la llevara conmigo a las viñas?
MADRE.-¿Qué hace en las viñas una
vieja? ¿Me ibas a meter debajo de los pámpanos?
NOVIO.-(Levantándola
en sus brazos.) Vieja, revieja, requetevieja.
MADRE.- Tu padre sí que me llevaba.
Eso es buena casta. Sangre. Tu abuelo dejó un hijo en cada esquina. Eso me
gusta. Los hombres, hombres; el trigo, trigo.
NOVIO.-¿ Y yo, madre?
MADRE.-¿ Tú, qué?
NOVIO. -¿Necesito decírselo otra vez?
MADRE.-(Seria.) ¡Ah!
NOVIO.-¿Es que le hace mal?
MADRE.-No.
NOVIO.-¿Entonces?
MADRE.-No lo sé yo misma. Así, de
pronto, siempre me sorprende. Yo sé que la muchacha es buena. ¿Verdad que sí?
Modosa. Trabajadora. Amasa su pan y cose sus faldas, y siento sin embargo,
cuando la nombro, como si me dieran una pedrada en la frente.
NOVIO.- Tonterías.
MADRE.-Más que tonterías. Es que me
quedo sola. Ya no me quedas más que tú y siento que te vayas.
NOVIO.-Pero usted vendrá con nosotros.
MADRE.-No. Yo no puedo dejar aquí
solos a tu padre y a tu hermano. Tengo que ir todas las mañanas, y si me voy es
fácil que muera uno de los Félix, uno de la familia de los matadores, y lo
entierren al lado. ¡Y eso sí que no! ¡Ca! ¡Eso sí que no! Porque con las uñas
los desentierro y yo sola los machaco contra la tapia.
NOVIO.-(Fuerte.) Vuelta otra vez.
MADRE. -Perdoname. (Pausa.)¿Cuánto tiempo llevas en
relaciones?
NOVIO.-Tres años. Ya pude comprar la viña.
MADRE.- Tres años. ¿Ella tuvo un novio, no?
NOVIO.-No sé. Creo que no. Las
muchachas tienen que mirar con quién se casan. MADRE.-Sí. Yo no miré a nadie.
Miré a tu padre, y cuando lo mataron miré a la pared de enfrente. Una mujer con
un hombre, y ya está.
NOVIO.-Usted sabe que mi novia es buena.
MADRE.-No lo dudo. De todos modos siento no saber cómo fue
su madre.
NOVIO.-¿Qué mas da?
MADRE.-(Mirándolo.) Hijo.
NOVIO.-¿Qué quiere usted?
MADRE.-¡Que es verdad! ¡Que tienes razón! ¿Cuándo quieres
que la pida?
NOVIO.-(Alegre)
¿Le parece bien el domingo?
MADRE.-(Seria.) Le llevaré los
pendientes de azófar, que son anti.guos, y tú le compras. ..
NOVIo.-Usted entiende más. ..
MADRE.-Le compras unas medias
caladas, y para ti dos trajes. .. ¡Tres! ¡No te tengo más que a ti!
NOVIO.-Me voy. Mañana iré a verla.
MADRE.-Sí, sí, y a ver si me
alegras con seis nietos, o los que te dé la gana, ya que tu padre no tuvo lugar
de hacérmelos a mí.
NOVIO.-El primero para usted.
MADRE.-Sí, pero que haya niñas. Que
yo quiero bordar y hacer encaje y estar tranquila.
NOVIO.-Estoy seguro de que usted querrá a mi novia.
MADRE.-La querré. (Se dirije a
besarlo y reacciona.) Anda, ya estás muy grande para besos. Se los das a tu
mujer. (Pausa. Aparte.) Cuando lo sea.
NOVIO.-Me voy.
MADRE.-Que caves bien la parte del molinillo, que la tienes
descuidada.
NOVIO.-¡Lo dicho!
MADRE.-Anda con Dios. (Vase el
NOVIO. La MADRE queda sentada de espaldas a la puerta. Aparece en la puerta una VECINA vestida de color oscuro,
con pañuelo a la cabeza.) Pasa.
VECINA.-¿Cómo estás?
MADRE.-Ya ves.
VECINA.-Yo bajé a la tienda y vine a verte. ¡Vivimos tan
lejos!. ..
MADRE.-Hace veinte años que no he subido a lo alto de la
calle.
VECINA.-Tú estás bien.
MADRE.-¿Lo crees?
VECINA.-Las cosas pasan. Hace dos
días trajeron al hijo de mi vecina con los dos brazos cortados por la máquina.
(Se sienta.) MADRE.-¿A Rafael?
VECINA.-Sí. y allí lo tienes.
Muchas veces pienso que tu hijo y el mío están mejor donde están, dormidos,
descansando, que no expuestos a quedarse inútiles.
MADRE.-Calla. Todo eso son invensiones, pero no consuelo.
VECINA.-jAy!
MADRE.-¡Ay!
(Pausa.) VECINA.-(Triste.) ¿ y tu hijo?
MADRE.-Salió.
VECINA.-¡Al fin compró la viña!
MADRE.- Tuvo suerte.
VECINA.-Ahora se casará.
MADRE.-(Como despertando y acercando su silla a la silla de
la VECINA.) Oye.
VECINA.-(En plan confidencial.) Dime.
MADRE.-¿Tú conoces a la novia de mi hijo?
VECINA.-¡Buena muchacha!
MADRE.-Sí pero...
VECINA.-Pero quien la conozca a
fondo no hay nadie. Vive sola con su padre allí, tan lejos, a diez leguas de la
casa más cercana. Pero es buena. Acostumbrada a la soledad.
MADRE.-¿Y su madre?
VECINA.-A su madre la conocí.
Hermosa. Le relucía la cara como a un santo; pero a mí no me gustó nunca. No
quería a su marido.
MADRE. -(Fuerte.) Pero ¡cuántas cosas sabéis las gentes!
VECINA.-Perdona. No quise ofender;
pero es verdad. Ahora, si fue decente o no, nadie lo dijo. De esto no se ha
hablado. Ella era orgullosa.
MADRE.-¡Siempre igual!
VECINA.- Tú me preguntaste.
MADRE.-Es que quisiera que ni a la
viva ni a la muerta las conociera nadie. Que fueran como dos cardos, que
ninguna persona les nombra y pinchan si llega el momento.
VECINA.-Tienes razón. Tu hijo va le mucho.
MADRE.-Vale. Por eso lo cuido. A mí
me habían dicho que la muchacha tuvo novio hace tiempo.
VECINA.- Tendría ella quince años.
Él se casó ya hace dos años, con una prima de ella, por cierto. Nadie se
acuerda del noviazgo.
MADRE.-¿Cómo te acuerdas tú?
VECINA.-¡Me haces unas preguntas! ...
MADRE.-A cada uno le gusta enterarse de lo que le duele.
¿Quién fue el novio?
VECINA.-Leonardo.
MADRE.-¿Qué Leonardo?
VECINA.-Leonardo el de los Félix.
MADRE. -(Levantándose.) ¡De losFélix!
VECINA.-Mujer, ¿qué culpa tiene Leonardo de nada? Él tenía ocho años
cuando las cuestiones.
MADRE.-Es verdad... Pero oigo eso
de Felix que llenárseme de cieno la boca (Escupe) y tengo que escupir, tengo
que escupir por no matar.
VECINA.-Repórtate; ¿qué sacas con eso?
MADRE.-Nada. Pero tú lo comprendes.
VECINA.-No te opongas a la felicidad de tu hijo. No le digas
nada. Tú estas vieja.
Yo, tambien. A ti y a mí nos toca callar.
MADRE.-No le diré nada.
VECINA.-(Besándola.) Nada.
MADRE.-(Serena.) ¡Las cosas!...
VECINA.-Me voy, que pronto llegará mi gente del campo.
MADRE. -¿Has visto qué día de calor?
VECINA.-Iban negros los chiquillos
que llevan el agua a los segadores. Adiós, mujer.
MADRE.-Adiós (La Madre se dirige a
la puerta de la izquierda. En medio del camino se detiene y lentamente se
santigua.)
TELÓN
CUADRO SEGUNDO
Habitación
pintada de rosa con cobres y ramas de flores populares. En el Centro, una mesa
con mantel. Es la mañana.
(SUEGRA de
LEONARDO con un niño en brazos. Lo mece. La MUJER en la otra esquina, hace punto de media.)
SUEGRA.- Nana, niño, nana del
caballo grande que no quiso el agua. El agua era negra dentro de las ramas.
Cuando llega al puente se detiene y canta. ¿Quién dirá, mi niño, lo que tiene
el agua, con su larga cola por su verde sala?
MUJER.- (Bajo) Duérmete clavel, Que el caballo no quiere
beber.
SUEGRA. Duérmete. rosal, que el
caballo se pone a llorar. L.as patas heridas, las crines heladas, dentro de los
ojos un puñal de plata. Bajaban al río. ¡Ay, cómo bajaban! La sangre corría más
fuerte que el agua.
MUJER.- Duérmete, clavel, que el caballo no quiere beber.
SUEGRA.- Duérmete, rosal. que el eaballo se pone a llorar.
MUJER..- No quiso tocar la orilla mojada su belfo caliente con moscas de
plata. A los montes duros sólo
relinchaba con el río muerto sobre la garganta, ¡Ay caballo grande que no quiso
el agua! ¡ Ay dolor de nieve, caballo del alba! SUEGRA.- ¡No vengas! Detente,
cierra la ventana con ramas de sueños y sueños de ramas.
MUJER.- Mi niño duerme.
SUEGRA.- Mi niño se calla.
MUJER.- Caballo, mi niño. Tiene una almohada.
SUEGRA.- Su cuna de acero.
MUJER.- Su colcha de
holanda.
SUEGRA.- Nana, niño nana.
MUJER.- ¡Ay caballo grande que no quiso el agua!
SUEGRA.- ¡No vengas, no entres! Vete de la montaña. Por los
valles grises.
Donde está la jaca.
MUJER.-(Mirando.) Mi niño se duerme.
SUEGRA.- Mi niño descansa.
MUJER.- (Bajito.) Duérmete, clavel, que el caballo no quiere
beber.
SUEGRA.- (Levantándose y muy
bajito.) Duérmete rosal, que el caballo se pone a llorar.
(Entran al
niño. Entra LEONARDO.) LEONARDO.- ¿Y el niño?
MUJER.-Se durmió.
LEONARDO.-Ayer no estuvo bien. Lloró por la noche.
MUJER.-(Alegre.) Hoy está como dalia. ¿Y tú? ¿Fuiste a casa
del herrador?
LEONARDO.-De allí vengo ¿Querrás
creer? Llevo más de dos meses poniendo herraduras nuevas al caballo y siempre
se le caen. Por lo visto se las arranca con las piedras.
MUJER.-¿Y no será que lo usas mucho?
LEONARDO.-No. Casi no lo utilizo.
MUJER.-Ayer me dijeron las vecinas
que te habían visto al limite de los llanos. LEONARDO.-¿Quién lo dijo?
MUJER.-Las mujeres que cogen las alcaparras. Por cierto que
me sorprendió.
¿Eras tú?
LEONARDO.-No. ¿Qué iba a hacer yo allí, en aquel secano?
MUJER.-Eso dije. Pero el caballo estaba reventando de sudar.
LEONARDO.-¿Lo viste tú?
MUJER.-No. Mi madre.
LEONARDO.-¿Está con el niño?
MUJER.-Sí ¿Quieres un refresco de limón?
LEONARDO.-Con agua bien fría.
MUJER.-¿Cómo
no veniste a comer?...
LEONARDO.-Estuve con los medidores del trigo. Siempre
entretienen.
MUJER.-(Haciendo el refresco y muy tierna.) ¿Y lo pagan a
buen precio?
LEONARDO.-El justo.
MUJER.-Me hace
falta un vestido y al niño una gorra de lazos LEONARDO.- (Levantandose.) Voy a
verlo.
MUJER.-Ten cuidado, que está dormido
SUEGRA.-(Saliendo.) Pero ¿quién da
esas carreras al caballo? Está abajo tendido, con los ojos desorbitados como si
llegara del fin del mundo.
LEONARDO.-(Agrio.) Yo.
SUEGRA.-Perdona; tuyo es.
MUJER.-(Timida.)
Estuvo con los medidores del trigo. SUEGRA.-Por mí, que reviente. (Se sienta.
Pausa.) MUJER.-El refresco. ¿Está frío?
LEONARDO.-Sí.
MUJER.-¿Sabes que piden a mi prima?
LEONARDO.-¿Cuándo?
MUJER.-Mañana. La boda será dentro
de un mes. Espero que vendrán a invitarnos.
LEONARDO.-(Serio.) No sé.
SUEGRA.-La madre de él creo que no estaba muy satisfecha con
el casamiento.
LEONARDO.-Y quizá tenga razón. Ella es de cuidado.
MUJER.-No me gusta que penséis mal de una buena muchacha.
SUEGRA.-Pero cuando dice eso es
porque la conoce. ¿No ves que fue tres años novia suya? (Con intención.)
LEONARDO.-Pero la dejé. (A su MUJER.) ¿Vas a llorar ahora?
MUJER.-¡Quita! (Le aparta
bruscamente las manos de la cara.) Vamos a ver al niño.
(Entran abrazados. Aparece la MUCHACHA, alegre. Entra
corriendo.)
MUCHACHA.-Señora.
SUEGRA.-¿Qué pasa?
MUCHACHA.-Llegó el novio a la tienda y ha comprado todo lo
mejor que había.
SUEGRA.- ¿Vino solo?
MUCHACHA.-No, con su madre. Seria, alta. (La imita.) Pero
¡qué lujo!
SUEGRA.-Ellos
tienen dinero.
MUCHACHA.-¡Y compraron unas medias
caladas!... ¡Ay, qué medias! ¡El sueño de las mujeres en medias! Mire usted:
una golondrina aquí Señala el tobillo), un barco aquí (Señala la pantorrilla),
y aquí una rosa (Señala el muslo).
SUEGRA.-¡Niña!
MUCHACHA.-¡Una rosa con las
semillas y el tallo! ¡Ay! ¡Todo en seda! SUEGRA.-Se van a juntar dos buenos
capitales.
(Aparecen LEONARDO y su MUJER.)
MUCHACHA.-Vengo a deciros lo que están comprando.
LEONARDO.-(Fuerte)
No nos importa. MUJER.-Déjala.
SUEGRA.-Leonardo, no es para tanto.
MUCHACHA.-Usted dispense. (Se va llorando)
SUEGRA.-¿Qué necesidad tienes de poner a mal con las gentes?
LEONARDO.-No le he preguntado su opinión. (Se sienta)
SUEGRA.-Está bien. (Pausa.)
MUJER.-(A LEONARDO.) ¿Qué te pasa?
¿Qué idea te bulle por dentro de la cabeza? No me dejes así sin saber nada...
LEONARDO.-Quita.
MUJER.-No.
Quiero que me mires y me lo digas. LEONARDO.-Déjame. (se levanta.)
MUJER.-¿Adónde vas, hijo?
LEONARDO.-(Agrio.) ¿Te puedes callar?
SUEGRA.- (Enérgica, a su hija.) ¡Callate! (Sale LEONARDO.)
¡El niño!
(Entra y vuelve a salir con él en
brazos. La MUJER ha permanecido de pié, inmóvil.)
Las
patas heridas, las crines heladas, dentro de los ojos un
puñal de plata.
Bajaban al río.
¡Ay,
cómo bajaban! La sangre corría
mas
fuerte que el agua.
MUJER..-(Volviéndose
lentamente y como soñando.) Duérmete clavel, que el caballo se pone a beber.
SUEGRA.- Duérmete rosal, que el caballo se pone a llorar.
MUJER.- Nana, niño nana.
SUEGRA.- ¡Ay caballo grande que no quiso el agua!
MUJER.-(Dramática.) ¡No vengas, no
entres! ¡Vete a la montaña! ¡Ay dolor de nieve, caballo del alba!
SUEGRA.-(Llorando.) Mi niño duerme...
MUJER.-(Llorando y acercándose lentemente.) Mi niño
descansa...
SUEGRA.- Duérmete, clavel, que el caballo se pone a beber.
MUJER.-(Llorando y apoyándose sobre
la mesa.) Duérmete, rosal, Que el caballo se pone a llorar.
TELÓN
CUADRO TERCERO
Interior de la
cueva donde vive la NOVIA. Al fondo, una cruz de grandes flores rosa. Las
puertas redondas con cortinas de encaje y lazos rosa. Por las paredes de
material blanco y duro, abanicos redondos, jarros azules y pequeños espejos.
CRIADA.- Pasen... (Muy afable,
llena de hipocrecía humilde. Entran el NOVIO y su MADRE. La MADRE viste de raso
negro y lleva mantilla de encaje. El NOVIO, de pana negra con gran cadena de
oro.) ¿Se quieren sentar? Ahora vienen. (Sale.)
(Quedan madre e hijo sentados, inmóviles como estatuas.
Pausa larga.)
MADRE.-¿Traes reloj?
NOVIO.-Sí. (Lo saca y lo mira.)
MADRE.-Tenemos que volver a tiempo. ¡Qué lejos vive esta
gente!
NOVIO.-Pero estas tierras son buenas.
MADRE.-Buenas; pero demasiado
solas. Cuatro horas de camino y ni una casa ni un árbol.
NOVIO.-Éstos son los secanos.
MADRE.-Tu padre los hubiera cubierto de árboles.
NOVIO.-¿Sin
agua?
MADRE.-Ya la hubiera buscado. Los
tres años que estuvo casado conmigo, plantó diez cerezos. (Haciendo memoria.)
Los tres nogales del molino, toda una viña y una planta que se llama Júpiter,
que da flores encarnadas, y se secó (Pausa.) NOVIO.-(Por la novia.) Debe estar
vistiéndose.
(Entra el PADRE de la novia. Es
anciano, con el cabello blanco reluciente. Lleva la cabeza inclinada. La MADRE
y el NOVIO se levantan y se dan las manos en silencio.)
PADRE.- ¿Mucho tiempo de viaje?
MADRE.-Cuatro horas. (Se sientan.)
PADRE.-Habéis venido por el camino más largo.
MADRE.-Yo estoy ya vieja para andar por las terreras del
río.
NOVIO.-Se marea. (Pausa.)
PADRE.-Buena cosecha de esparto.
NOVIO.-Buena de verdad
PADRE.-En mi tiempo, ni esparto
daba esta tierra. Ha sido necesario castigarla y hasta llorarla, para que nos
de algo provechoso.
MADRE.-Pero ahora da. No te quejes. Yo no vengo a pedirte
nada.
PADRE.-(Sonriendo.) Tú eres más
rica que yo. Las viñas valen un capital. Cada pámpano una moneda de plata. Lo
que siento es que las tierras...¿entiendes?...esten separadas. A mí me gusta
todo junto. Una espina tengo en el corazón, y es la huertecilla ésa metida
entre mis tierras, que no me quieren vender por todo el oro del mundo.
NOVIO.-Eso pasa siempre.
PADRE.-Si pudiéramos con veinte
pares de bueyes traer tus viñas aquí y ponerlas en la ladera. ¡Qué alegría!...
MADRE.-¿Para qué?
PADRE.-Lo mío es de ella y lo tuyo
de él. Por eso. Para verlo todo junto. ¡que junto es una hermosura!
NOVIO.-Y sería menos trabajo.
MADRE.- Cuando yo me muera, vendéis aquello y compráis aquí al lado.
PADRE.- Vender, ¡vender!, ¡bah! Comprar, hija, comprarlo todo. Sí yo hubiera
tenido hijos hubiera comprado todo este monte hasta la parte del arroyo. Porque
no es buena tierra; pero con brazos se la hace buena, y como no pasa gente no
te roban los frutos y puedes dormir tranquilo. (Pausa.)
MADRE.-Tú sabes a lo que vengo.
PADRE.-Sí.
MADRE.-¿Y qué?
PADRE.-Me parece bien. Ellos lo han hablado.
MADRE.-Mi hijo tiene y puede.
PADRE.-Mi hija también.
MADRE.-Mi hijo es hermoso. No ha
conocido mujer. La honra más limpia que una sábana puesta al sol.
PADRE.-Qué te
digo de la mía. Hace las migas a las tres, cuando el lucero. No habla nunca;
suave como la lana, borda toda clase de bordados y puede cortar una maroma con
los dientes. MADRE.-Dios bendiga su casa PADRE.-Que Dios la bendiga.
(Aparece la CRIADA con dos bandejas. Una con copas y la otra
con dulces.)
MADRE.-(Al hijo.) ¿Cuándo queréis la boda?
NOVIO.-El jueves próximo.
PADRE.-Día en que ella cumple veitidós años justos.
MADRE.-¡Veintidós años! Esa edad
tendría mi hijo mayor si viviera. Que viviría caliente y macho como era, si los
hombres no hubieran inventado las navajas.
PADRE.-En eso no hay que pensar.
MADRE.-Cada minuto. Métete la mano en el pecho.
PADRE.-Entonces el jueves. ¿No es así?
NOVIO.-Así es.
PADRE.-Los novios y nosotros iremos
en coche hasta la iglesia, que está muy lejos, y el acompañamiento en los
carros y en las caballerías que traigan.
MADRE.-Conformes.
(Pasa la CRIADA.)
PADRE.- Díle que ya puede entrar, (A la MADRE.) Celebraré
mucho que te guste.
(Aparece la NOVIA. Trae las manos caídas en actitud modesta
y la cabeza baja.)
MADRE.-
Acércate. ¿Estás contenta?
NOVIA.-Sí, señora.
PADRE.-No debes estar seria. Al fin y al cabo ella va a ser
tu madre.
NOVIA.-Estoy contenta. Cuando he dado el sí es porque quiero
darlo.
MADRE.-Naturalmente. (Le coge la barbilla.) Mírame.
PADRE.-Se parece en todo a mi mujer.
MADRE.-¿Sí?¡Qué hermoso mirar! ¿Tú sabes lo que es casarse,
criatura?
NOVIA.-(Seria.) Lo sé.
MADRE.-Un hombre, unos hijos y una
pared de dos varas de ancho para todo lo demás.
NOVIO.-¿Es que falta otra cosa?
MADRE.-No. Que vivan todos, ¡eso! ¡Que vivan!
NOVIA.-Yo sabré cumplir.
MADRE.-Aquí tienes unos regalos.
NOVIA.-Gracias.
PADRE.-¿No tomamos algo?
MADRE.- Yo no quiero. (Al NOVIO.) ¿Y tú?
NOVIO.- Tomaré.
(Toma un dulce. La NOVIA toma otro.) PADRE.-(Al NOVIO.) ¿Vino?
MADRE.-No lo prueba.
PADRE.-¡Mejor!
(Pausa. Todos están de pie.) NOVIO.- (A la NOVIA.) Mañana vendré.
NOVIA.-¿A qué hora?
NOVIO.-A las cinco.
NOVIA.-Yo te espero.
NOVIO.-Cuando me voy de tu lado
siento un despego grande y así como un nudo en la garganta.
NOVIA.-Cuando seas mi marido ya no lo tendrás.
NOVIO.-Eso digo yo.
MADRE.-Vamos. El sol no espera. (Al PADRE.) : ¿Conformes en
todo?
PADRE.-Conformes.
MADRE. -(A la CRIADA.) Adiós, mujer.
CRIADA.-Vayan ustedes con Dios.
(La MADRE besa a la NOVIA y van saliendo en silencio.)
MADRE.-(En
la puerta.) Adiós, hija. (La NOVIA contesta con la mano.)
PADRE. -Yo salgo con vosotros.
(Salen.)
CRIADA.-Que reviento por ver los regalos.
NOVIA.-(Agria.) Quita.
CRIADA.-¡Ay, niña, enséñamelos!
NOVIA.-No quiero.
CRIADA.-Siquiera las medias. Dicen que son todas caladas.
¡Mujer!
NOVIA.-¡Ea, que no!
CRIADA.-¡Por Dios! Está bien. Parece como si no tuvieras
ganas de casarte.
NOVIA.-(Mordiéndose la mano con rabia.) ¡Ay!
CRIADA.-Niña, hija, ¿qué te pasa?
¿Sientes dejar tu vida de reina? No pienses en cosas agrias. ¿Tienes motivos?
Ninguno. Vamos a ver los regalos. (Coge la caja.) NOVIA.-Cogiéndola de las
muñecas.) Suelta.
CRIADA.-¡Ay, mujer!
NOVIA.-Suelta, he dicho.
CRIADA.- Tienes más fuerza que un hombre.
NOVIA.-¿No he hecho yo trabajos de hombre? ¡Ojalá
fuera!
CRIADA.-¡No hables así!
NOVIA.-Calla he dicho. Hablemos de otro asunto.
(La luz va desapareciendo de la escena. Pausa larga.)
CRIADA.-¿Sentiste anoche un caballo?
NOVIA.-¿A qué hora?
CRIADA.-A las tres.
NOVIA.-Sería un caballo suelto de la manada.
CRIADA.-No. Llevaba jinete.
NOVIA.-¿Por qué lo sabes?
CRIADA.-Porque lo vi. Estuvo parado en tu ventana. Me chocó
mucho.
NOVIA.-¿No sería mi novio? Algunas veces ha pasado a esas
horas.
CRIADA.-No.
NOVIA.-¿Tú le viste?
CRIADA.-Sí.
NOVIA.-¿Quién era?
CRIADA.-Era Leonardo.
NOVIA.-(Fuerte.)
¡Mentira! ¡Mentira! ¿A qué viene aquí?
CRIADA.-Vino.
NOVIA.-¡Callate! ¡Maldita sea tu lengua!
(Se siente el ruido de un caballo.)
CRIADA.- (En la ventana.) Mira, asómate. ¿Era?
NOVIA.-¡Era!
TELÓN RÁPIDO
ACTO SEGUNDO
CUADRO PRIMERO
Zaguán de casa
de la NOVIA. Portón al fondo. Es de noche. La NOVIA sale con enaguas blancas encañonadas, llenas de
encajes y puntas bordadas y un corpiño blanco, con los brazos al aire. La
CRIADA, lo mismo.
CRIADA.-Aquí te acabaré
de peinar.
NOVIA.-No se puede estar ahí dentro del calor.
CRIADA.-En estas tierras no refresca ni al amanecer.
(Se sienta la NOVIA en una silla baja y se mira en un
espejito de mano. La
CRIADA la peina.)
NOVIA.-Mi madre era de un sitio donde había muchos árboles.
De tierra rica.
CRIADA.-¡Así era ella de alegre!
NOVIA.-Pero se consumió aquí.
CRIADA.-El sino.
NOVIA.-Como nos consumimos todas.
Echan fuego las paredes. ¡Ay! No tires demasiado.
CRIADA.-Es para arreglarte mejor
esta onda. Quiero que te caiga sobre la frenté. ( La NOVIA se mira en el
espejo.) ¡Qué hermosa estás! ¡Ay! (La besa apasionadamente.)
NOVIA. -(Seria.) Sigue peinándome.
CRIADA. -(Peinándola.) ¡Dichosa tú que vas a abrazar a un hombre, que lo
vas a besar, que vas a sentir su peso!
NOVIA.-Calla.
CRIADA.-Y lo mejor es cuando te
despiertes y lo sientas al lado y que él te roza los hombros con su aliento,
como con una plumilla de ruiseñor.
NOVIA.-(Fuerte.) ¿Te quieres callar?
CRIADA.-¡Pero niña! ¿Una boda, qué
es? Una boda es esto y nada más. ¿Son los dulces? ¿Son los ramos de flores? No.
Es una cama relumbrante y un hombre y una mujer.
NOVIA.-No se debe decir.
CRIADA.-Eso es otra cosa
¡Pero es bien alegre!
NOVIA.-O bien amargo.
CRIADA.-El azahar te lo voy a poner
desde aquí hasta aquí, de modo que la corona luzca sobre el peinado. (Le prueba
un ramo de azahar.)
NOVIA. -(Se
mira en el espejo.) Trae. (Coge el azahar, lo mira y deja caer la cabeza,
abatida.) CRIADA.-¿Qué es esto?
NOVIA.-Déjame.
CRIADA.-No son horas de ponerse
triste. ( Animosa.) Trae el azahar. (La NOVIA tira el azahar.) ¡Niña! ¿Qué
castigo pides tirando al suelo la corona? ¡Levanta esa frente! ¿Es que no te
quieres casar? Dilo. Todavía te puedes arrepentir. (Se levanta.)
NOVIA.-Son nublos. Un mal aire en el centro, ¿quién no lo
tiene?
CRIADA.-¿Tú quieres a tu novio?
NOVIA.-Lo quiero.
CRIADA.-Sí, sí, estoy segura.
NOVIA.-Pero éste es un paso muy grande.
CRIADA.-Hay que darlo.
NOVIA.-(Fuerte.) ¿Te quieres callar?
CRIADA.-¡Pero niña! ¿Una boda, qué
es? Una boda es esto y nada más. ¿Son los dulces? ¿Son los ramos de flores? No.
Es una cama relumbrante y un hombre y una mujer.
NOVIA.-No se debe decir.
CRIADA.-Eso es otra cosa
¡ Pero es bien alegre!
NOVIA.-O bien amargo.
CRIADA.-El azahar te lo voy a poner desde aquí hasta aquí, de modo que la
corona luzca sobre el peinado. (Le prueba un ramo de azahar.)
NOVIA. -(Se
mira en el espejo.) Trae. (Coge el azahar, lo mira y deja caer la cabeza,
abatida.) CRIADA.-¿Qué es esto?
NOVIA.-Déjame.
CRIADA.-No son horas de ponerse
triste. (Animosa.) Trae el azahar. (La NOVIA tira el azahar.) ¡Niña! ¿Qué
castigo pides tirando al suelo la corona? ¡Levanta esa frente! ¿Es que no te
quieres casar? Dilo. Todavía te puedes arrepentir. (Se levanta.)
NOVIA.-Son nublos. Un mal aire en el centro, ¿quién no lo
tiene?
CRIADA.-¿Tú quieres a tu novio?
NOVIA.-Lo quiero.
CRIADA.-Sí, sí, estoy segura.
NOVIA.-Pero éste es un paso muy grande.
CRIADA.-Hay que darlo.
NOVIA.- Ya me he comprometido.
CRIADA.- Te voy a poner la corona.
NOVIA. -(Se sienta.) Date prisa, que ya deben ir llegando.
CRIADA.-Ya llevarán lo menos dos horas de camino.
NOVIA.-¿Cuánto hay de aquí a la iglesia?
CRIADA.-Cinco leguas por el arroyo, que por el camino hay el
doble.
(La NOVIA se levanta y la CRIADA se entusiasma al verla.)
Despierte
la novia la mañana de la boda. ¡Qué los ríos del mundo lleven
tu corona!
NOVIA.-(Sonriente.) Vamos.
CRIADA.-(La besa entusiasmada y baila alrededor.)
Que despierte
con el ramo
verde del laurel florido. ¡Que despierte por el tronco y la rama de los laureles!
(Se oyen unos aldabonazos.)
NOVIA.-¡Abre! Deben ser los
primeros convidados. (Entra. La CRIADA abre sorprendida.)
CRIADA.-¿ Tú?
LEONARDO.-Yo. Buenos días.
CRIADA.-¡El primero!
LEONARDO.-¿No me han convidado?
CRIADA.-Sí.
LEONARDO.-Por eso vengo.
CRIADA.-¿Y tu mujer?
LEONARDO.-Yo vine a caballo. Ella se acerca por el camino.
CRIADA.-¿No te has encontrado a nadie?
LEONARDO.-Los pasé con el caballo.
CRIADA.-Vas a
matar al animal con tanta carrera. LEONARDO. -iCuando se muera muerto está! (
Pausa.) CRIADA.-Siéntate. Todavía no se ha levantado nadie.
LEONARDO.-¿Y la novia?
CRIADA.-Ahora mismo la voy a vestir.
LEONARDO.-¡La novia! ¡Estará contenta!
CRIADA. -(Variando de conversación.) ¿ Y el riiño?
LEONARDO.-¿Cuál?
CRIADA.- Tu hijo.
LEONARDO.- (Recordando como soñoliento.) ¡Ah!
CRIADA.-¿Lo traen?
LEONARDO.-No. (Pausa. Voces cantando muy lejos.)
VOCES.-
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¡Despierte
la novia
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LEONARDO.-
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la mañana de
la boda!
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|
Despierte la novia
|
|
la mañana de
la boda.
|
CRIADA.-Es la gente. Vienen lejos todavía.
LEONARDO.-(Levantándose.) ¿La novia
llevará una corona grande, no? No debía ser tan grande. Un poco más pequeña le
sentaría mejor. ¿Y trajo ya el novio el azahar que se tiene que poner en el
pecho?
NOVIA. -(Apareciendo todavía en
enaguas y con la corona de azahar puesta.) Lo trajo.
CRIADA.-(Fuerte.) No salgas así.
NOVIA. -¿Qué más da? ( Seria.) ¿Por qué preguntas si
trajeron el azahar?
¿Llevas intención?
I.EONARDO.-Ninguna. ¿Qué inteneión
iba a tener? (Acercándose.) Tú, que me conoces, sabes que no la llevo. Dímelo.
¿Quién he sido yo para ti? Abre y refresca tu recuerdo. Pero dos bueyes y una
mala choza son casi nada. Ésa es la espina.
NOVIA.-¿A qué vienes?
LEONARDO.-A ver tu casamiento.
NOVIA.-¡También yo vi el tuyo!
LEONARDO.-Amarrado por ti, hecho
con tus dos manos. A mí me pueden matar, pero no me pueden escupir. Y la plata,
que brilla tanto, escupe algunas veces. NOVIA.-¡Mentira!
LEONARDO.-No quiero hablar, porque
soy hombre de sangre y no quiero que todos estos cerros oigan mis voces.
NOVIA.-Las mías serían más fuertes.
CRIADA.-Estas palabras no pueden
seguir. Tú no tienes que hablar de lo pasado. ( La CRIADA mira a las puertas
presa de inquietud.)
NOVIA.-Tiene razón. Yo no debo
hablarte siquiera. Pero se me calienta el alma de que vengas a verme y atisbar
mi boda y preguntes con intención por el azahar.
Vete y espera a tu mujer en la puerta.
LEONARDO.-¿Es que tú y yo no podemos hablar?
CRIADA.-(Con rabia.) No; no podéis hablar.
LEONARDO.-Después de mi casamiento
he pensado noche y día de quién era la culpa, y cada vez que pienso sale una
culpa nueva que se come a la otra; ¡pero siempre hay culpa!
NOVIA.-Un hombre con su caballo sabe mucho y puede mucho para poder
estrujar a una muchacha metida en un desierto. Pero yo tengo orgullo. Por eso
me caso. y me encerraré con mi marido, a quien tengo que querer por encima de
todo. LEONARDO.-El orgullo no te servirá de nada. (Se acerca.)
NOVIA.-¡No te acerques!
LEONARDO.-Callar y quemarse es el
castigo más grande que nos podemos echar encima. ¿De qué me sirvió a mí el orgullo y el no mirarte y el dejarte
despierta noches y noches? ¡De nada!
¡Sirvió para
echarme fuego encima! Porque tú crees
que el tiempo cura y que las paredes tapan, y no es verdad, no es verdad.
¡Cuando las cosas llegan a los centros
no hay quien las arranque!
NOVIA.- ( Temblando.) No puedo
oírte. No puedo oír tu voz. Es como si me bebiera una botella de anís y me
durmiera en una colcha de rosas. Y me arrastra, y sé que me ahogo, pero voy
detrás.
CRIADA. -(Cogiendo a LEONARDO por las solapas.) ¡Debes irte
ahora mismo!
LEONARDO.-Es la
última vez que voy a hablar con ella. No temas nada. NOVIA.- Y sé que estoy
loca y sé que tengo el pecho podrido de aguantar, y aquí estoy quieta por
oírlo, por verlo menear los brazos.
LEONARDO.-No me quedo tranquilo si no te digo estas cosas.
Yo me casé.
Cásate tú ahora.
CRIADA.-(A LEONARDO.) ¡Y se casa!
VOCES.-(Cantando
más cerca.) Despierte la novia la mañana de la boda.
NOVIA.-
¡Despierte la novia!
(Sale corriendo a su cuarto.)
CRIADA.-Ya está aquí la gente. ( A LEONARDO.) No te vuelvas
a acercar a ella.
LEONARDO.-Descuida. (Sale por la izquierda. Empieza áclarear
el día.)
MUCHACHA 1ª
(Entrando.) Despierte la novia la mañana
de la boda; ruede la ronda y en cada balcón una corona.
VOCES..-
¡Despierte la novia!
CRIADA.-(Moviendo
algazara.) Que despierte con el ramo verde del amor florido. ¡Que despierte por
el tronco y la rama de los laureles!
MUCHACHA 2ª
(Entrando.) Que despierte con el largo pelo, camisa de nieve, botas de charol y plata y jazmines en la frente.
CRIADA.- ¡Ay,
pastora, que la luna asoma!
MUCHACHA 1ª.-
¡Ay, galán,
deja su sombrero por el olivar!
Mozo 1.º
(Entrando con el sombrero en alto.) Despierte la novia, que por los campos
viene rodando la boda, con bandejas de
dalias y panes de gloria.
VOCES.-
¡Despierte la novia!
MUCHACHA
2ª.-
La novia se ha
puesto su blanca corona, y el novio se la
prende con lazos de oro.
CRIADA.-
Por el
toronjil la novia no puede dormir.
MUCHACHA
3ª.-(Entrando.) Por el naranjel el novio le ofrece cuchara y mantel.
(Entran tres CONVIDADOS.)
MOZO 1.º-
¡Despierta,
paloma! El alba despeja campanas de sombra.
CONVIDADO.-
La novia, la
blanca novia, hoy doncella, mañana
señora.
MUCHACHA 1ª.-Baja, morena arrastrando tu cola de seda.
CONVIDADO.- Baja, morenita, que llueve rocío la mañana fría
MOZO 1.º- Despertad, señora. despertad, porque viene el aire
lloviendo azahar.
CRIADA.- Un árbol quiero bordarle
lleno de cintas granates y en cada cinta un amor con vivas alrededor.
VOCES.- Despierte la novia.
MOZO 1.º-
¡La mañana de la boda!
CONVIDADO.- La mañana de la boda
qué galana vas a estar pareces, flor de los montes, la mujer de un capitán.
PADRE.-(Entrando.) La mujer de un
capitán se lleva el novio ¡Ya viene con sus bueyes por el tesoro!
MUCHACHA 3.º- El
novio parece la flor del oro; cuando camina, a sus plantas se agrupan las
clavelinas CRIADA.- ¡Ay mi niña dichosa!
MOZO 2.º- Que despierte la novia.
CRIADA.- ¡Ay mi galana!
MUCHACHA 1.ª- La boda está llamando por las ventanas.
MUCHACHA 2.ª- Que salga la novia.
MUCHACHA 1.ª- ¡Que salga, que salga!
CRIADA.- ¡Oue toquen y repiquen las campanas!
MOZO 1.º- ¡Que viene aquí! ¡Que sale ya!
CRIADA.- ¡Como un toro, la boda levantándose está!
(Aparece la NOVIA. Lleva un traje
negro mil novecientos, con caderas y larga cola rodeada de gasas plisadas y
encajes duros. Sobre el peinado de visera lleva la corona de azahar. Suenan las
guitarras. Las MUCHACHAS besan a la NOVIA.)
MUCHACHA 3.ª-¿Qué esencia te echaste en el pelo?
NOVIA.-(Riendo.) Ninguna.
MUCHACHA 2.ª-(Mirando el traje ) La tela es de lo que no
hay.
MOZO 1.º-¡Aquí está el novio!
NOVIO.-¡Salud!
MUCHACHA
1.ª-(Poniéndole un flor en la oreja.) El
novio parece la flor del oro.
MUCHACHA
2.ª-¡iAires de sosiego le manan los
ojos!
(El Novio se dirige al lado de la NOVIA.)
NOVIA.-¿Por qué te pusiste esos zapatos?
NOVIO.-Son más alegres que los negros.
MUJER DE LEONARDO. -(Entrando y besando a la NOVIA.) ¡Salud!
(Hablan todas con algazara.)
LEONARDO.-(Entrando
como quien cumple un deber.) La mañana
de casada la corona te punemos.
MUJER.-
¡Para
que el campo se alegre con el agua de tu pelo!
MADRE.-(Al PADRE.) ¿También están ésos aquí?
PADRE.-Son familia. ¡Hoy es día de perdones!
MADRE.-Me aguanto, pero no perdono.
NOVIO.-¡Con la corona da alegría mirarte!
NOVIA. -¡Vámonos pronto a la iglesia!
NOVIO.-¿ Tienes prisa?
NOVIA.-Sí. Estoy deseando ser tu
mujer y quedarme sola contigo, y no oír más voz que la tuya.
NOVIO.-¡Eso quiero yo!
NOVIA.- Y no ver más que tus ojos.y
que me abrazaras tan fuerte, que aunque me llamara mi madre, que está muerta,
no me pudiera despegar de ti.
NOVIO.-Yo tengo fuerza en los brazos. Te voy a abrazar
cuarenta años seguidos.
NOVIA. -(Dramática, cogiéndolo del brazo.) ¡Siempre!
PADRE.-Vamos pronto! ¡A coger las
caballerías y los carros! Que ya ha salido el sol.
MADRE.-¡Que llevéis cuidado! No sea que tengamos mala hora.
(Se abre el gran portón del fondo. Empiezan a salir.)
CRIADA-( Llorando.)
Al salir de tu casa, blanca
doncella, acuérdate que sales como una estrella. ..
MUCHACHA.- 1.ª-
Limpia de cuerpo y ropa, al salir de tu casa para la boda. (Van saliendo.)
CRIADA.-
¡El aire pone flores por las arenas!
MUCHACHA.- 3.ª- ¡Ay la blanca niña!
CRIADA.-
Aire oscuro el encaje de su mantilla
(Salen. Se oyen guitarras, palillos y panderetas. Quedan
solos LEONARDO y su
MUJER.)
MUJER.-Vamos.
LEONARDO.-¿Adónde?
MUJER.-A la iglesia. Pero no vas en
el caballo. Vienes conmigo.
LEONARDO.-¿En el carro?
MUJER.-¿Hay otra cosa? ,
LEONARDO. -Yo no soy hombre para ir en carro.
MUJER.-Y yo no soy mujer para ir
sin su marido a un casamiento. ¡Que no puedo más!
LEONARDO.-¡Ni yo tampoco!
MUJER.-¿Por qué me miras así? Tienes una espina en cada
ojo.
LEONARDO.-¡Vamos!
MUJER.-No sé lo que pasa. Pero
pienso y no quiero pensar. Una cosa sé. Yo ya estoy despachada. Pero tengo un
hijo. y otr19 que viene. Vamos andando. El mismo sino tuvo mi madre. Pero de
aquí no me muevo. (Voces fuera.)
VOCES.
¡Al salir de tu casa
para la iglesia, acuérdate que sales como una estrella!
MUJER.-(Llorando.) ¡Acuerdate que sales como una estrella!
Así salí yo de mi casa también. Que me cabía todo el campo
en la boca.
LEONARDO.-(Levantándose.) Vamos.
MUJER.-¡Pero conmigo!
LEONARDO.-Sí.
(Pausa.) ¡Echa a andar! (Salen.)
VOCES.- Al salir de tu casa para la iglesia, acuérdate que
sales como una estrella.
TELÓN LENTO
CUADRO SEGUNDO
Exterior de la
cueva de la NOVIA. Entonación en blancos, grises y azules fríos. Grandes chumberas. Todos sombríos
plateados. Panorama de mesetas color barquillo, todo endurecido como paisaje de
cerámica popular.
CRIADA.-(Arreglando en una mesa
copas y bandejas.) Giraba giraba la rueda y el agua pasaba; porque llega la
boda que se aparten las ramas y la luna se adorne por su blanca baranda.
(En voz alta.) ¡Pon
los manteles!
(En voz patética) Cantaban,
cantaban los novios Y el agua pasaba. Porque llega la boda que relumbre la
escarcha y se llenen de miel las almendras amargas.
(En voz alta.)
¡Prepara el vino!
(En voz
poética.) Galana. Galana de la
tierra, mira cómo el agua pasa. Porque llega tu boda recógete las faldas y bajo el ala del novio nunca salgas de to casa. Porque el novio es un palomo con todo el pecho de brasa y espera el campo el rumor de la sangre derramada. Giraba,
giraba la rueda y el água pasaba. ¡Porque llega to boda,
deja que relumbre el agua!
MADRE.-(Entrando.) ¡Por fin!
PADRE.- ¿Somos los primeros?
CRIADA. No. Hace rato llegó
Leonardo con su mujer. Corrieron como demonios. La mujer llegó muerta de miedo.
Hicieron el camino como si hubieran venido a caballo.
PADRE. Ése busca la desgracia. No tiene buena sangre.
MADRE. ¿Qué sangre va a tener? La
de toda su familia. Mana de su bisabuelo, que empezó matando, y sigue en toda
la mala ralea, manejadores de cuchillos y gente de falsa sonrisa.
PADRE. ¡Vamos a dejarlo!
CRIADA.- ¿Cómo lo va a dejar?
MADRE. Me duele hasta la punta de
las venas. En la frente de todos ellos yo no veo más que la mano con que
mataron a lo que era mío. ¿Tú me ves a mí? ¿No to parezco loca? Pues es loca de
no haber gritado todo lo que mi pecho necesita. Tengo en mi pecho un grito
siempre puesto de pie a quien tengo que castigar y meter entre los mantos. Pero
se llevan a los muertos y hay que callar. Luego la gente critica. (Se quita el
manto.)
PADRE. Hoy no es día de que to acuerdes de esas cosas.
MADRE. Cuando sale la conversación,
tengo que hablar. Y hoy más. Porque hoy me quedo sola en mi casa.
PADRE. En espera de estar acompañada.
MADRE. Ésa es mi
iilusión: los nietos. (Se sientan.)
PADRE. Yo quiero que tengan muchos.
Esta tierra necesita brazos que no sean pagados. Hay que sostener una batalla
con las malas hierbas, con los cardos, con los pedruscos que salen no se sabe
dónde. Y estos brazos tienen que ser de los dueños, que castiguen y que
dominen, que hagan brotar las simientes. Se necesitan muchos hijos.
MADRE. ¡Y alguna hija! ¡Los varones
son del viento! Tienen por fuerza que manejar armas. Las niñas no salen jamás a
la calle.
PADRE. (Alegre.) Yo creo que tendrán de todo.
MADRE. Mi hijo la cubrirá bien. Es
de buena simiente. Su padre pudo haber tenido conmigo muchos hijos.
PADRE. Lo que yo quisiera es que esto fuera cosa de un día. Que en
seguida tuvieran dos o tres hombres.
MADRE. Pero no es así. Se tarda
mucho. Por eso es tan terrible ver la sangre de una derramada por el suelo. Una
fuente que corre un minuto y a nosotros nos ha costado años. Cuando yo llegué a
ver a mi hijo, estaba tumbado en mitad de la calle. Me mojé las manos de sangre
y me las lamí con la lengua. Porque era mía. Tú no sabes lo que es eso. En una
custodia de cristal y topacios pondría yo la tierra empapada por ella.
PADRE. Ahora tienes que esperar. Mi hija es ancha y tu hijo
es fuerte.
MADRE. Así
espero. (Se levantan.) PADRE. Prepara
las bandejas de trigo.
CRIADA. Están preparadas.
MUTER DE LEONARDO. (Entrando.) ¡Que sea para bien!
MADRE. Gracias.
LEONARDO. ¿Va a haber fiesta?
PADRE. Poca. La gente no puede entretenerse.
CRIADA. ¡Ya están aquí!
(Van entrando invitados en alegres grupos. Entran los novios
cogidos del brazo.
Sale LEONARDO.)
NOVIO. En ninguna boda se vio tanta gente.
NOVIA. (Sombría.) En ninguna.
PADRE. Fue lucida.
MADRE. Ramas enteras de familias han venido.
NOVIO. Gente que no salía de su casa.
MADRE. Tu padre sembró mucho y ahora lo recoges tú.
NOVIO. Hubo primos míos que yo ya no conocía.
MADRE. Toda la gente de la costa.
NOVIA.
(Alegre.) Se espantaban de los caballos. (Hablan.) MADRE. (A la NOVIA.) ¿Qué
piensas?
NOVIA. No pienso en nada.
MADRE. Las
bendiciones pesan mucho. (Se oyen guitarras.) NOVIA Como plomo.
MADRE. (Fuerte.) Pero no han de pesar. Ligera como paloma
debes ser.
NOVIA. ¿Se queda usted aquí esta noche?
MADRE. No. Mi casa está sola.
NOVIA.
¡Debía usted quedarse!
PADRE. (A la MADRE.) Mira el baile
que tienen formado. Bailes de allá de la orilla del mar.
(Sale LEONARDO y se sienta. Su MUJER detrás de él, en
actitud rígida.)
MADRE. Son los
primos de mi marido. Duros como piedras para la danza. PADRE. Me alegra verlos. ¡Qué cambio para esta casa!
(Se va.) Novio. (A la NovIA.) ¿Te gustó el azahar?
NOVIA. (Mirándole fija.) Sí.
NOVIO. Es todo de cera. Dura siempre. Me hubierá
gustado que llevaras en todo el vestido.
NOVIA. No hace
falta. (Mutis LEONARDO por la derecha.) MUCHACHA 1ª. Vamos a quitarte los
alfileres.
NOVIA. (Al NOVIO.) Ahora vuelvo.
MUJER. ¡Que seas feliz con mi prima!
NOVIO. Tengo seguridad.
MUJER. Aquí los dos; sin salir
nunca y a levantar la casa. ¡Ojalá yo viviera también así de lejos!
NOVIO. ¿Por qué no compráis
tierras? El monte es barato y los hijos se crían mejor.
MUJER. No tenemos dinero. ¡Y con el camino que llevamos!
NOVIO. Tu marido es un buen trabajador.
MUJER. Sí, pero le gusta volar
demasiado. Ir de una cosa a otra. No es hombre tranquilo.
CRIADA. ¿No tomáis nada? Te voy a
envolver unos roscos de vino para to madre, que a ella le gustan mucho.
NOVIO. Ponle tres docenas.
MUJER. No, no. Con media tiene bastante.
NOVIO. Un día es un día.
MUJER. (A la CRIADA.) ¿Y Leonardo?
CRIADA. No lo vi.
NOVIO. Debe estar con la gente.
MU JER. ¡Voy a
ver! (Se va.) CRIADA. Aquello está hermoso.
NOVIO.- ¿Y tú no bailas?
CRIADA. No
hay quien me saque.
(Pasan al fondo dos MUCHACHAS;
durante todo este acto el fondo será un animado cruce de figuras.)
NOVIO. (Alegre.) Eso se llama no
entender. Las viejas frescas como tú bailan mejor que las jóvenes.
CRIADA. Pero ¿vas a echarme
requiebros, niño? ¡Qué familia la tuya! ¡Machos entre los machos!
Siendo niña vi la boda de tu
abuelo. ¡Qué figura! Parecía como si se casara un monte.
NOVIO Yo tengo menos estatura.
CRIADA. Pero el mismo brillo en los ojos. ¿Y la niña?
NOVIA. Quitándose la toca.
CRIADA.-¡Ah! Mira. Para la
medianoche, como no dormiréis, os he preparado jamón, y unas copas grandes de
vino antiguo. En la parte baja de la alacena. Por si lo necesitáis.
NOVIO. (Sonriente.)
No como a media noche.
CRIADA. (Con
malicia.) Si tú no, la novia. (Se va.) Mozo 1° (Entrando.) ¡Tienes que beber con
nosotros!
NOVIO. Estoy esperando a la novia.
Mozo 2° ¡Ya la tendrás en la madrugada!
Mozo 1° ¡Que es cuando más gusta!
Mozo 2° Un momento.
NOVIO. Vamos.
(Salen. Se oye gran algazara. Sale la NOVIA. Por el lado
opuesto salen dos
MUCHACHAS corriendo a encontrarla.)
MUCHACHA 1.ª ¿A quién diste el primer alfiler, a mí o a
ésta?
NOVIA. No me acuerdo.
MUCHACHA 1 ª
-A mí me lo diste aquí. MUCHACHA. 2ª A
mí delante del altar.
NOVIA. (Inquieta y con una gran lucha interior.) No sé nada.
MUCHACHA 1ª Es que yo
quisiera que tú . . .
NOVIA. (Interrumpiendo.) Ni me importa. Tengo mucho que
pensar.
MUCHACHA
2ª Perdona. (LEONARDO Cruza al fondo.)
NOVIA.- (Ve a LEONARDO.) Y estos momentos son agitados.
MUCHACHA 1ª
¡Nosotras no sabemos nada!
NOVIA. Ya lo sabréis cuando os
llegue la hora. Estos pasos son pasos que cuestan mucho.
MUCHACHA 1ª ¿Te has
disgustado?
NOVIA. No. Perdonad vosotras.
MUCHACHA 2ª ¿De qué?
Pero los dos alfileres sirven para casarse, ¿verdad?
NOVIA. Los dos.
MUCHACHA 1ª -Ahora, que una se casa antes que otra.
NOVIA.-¿Tantas ganas tenéis?
MUCHACHA 2ª
(Vergonzosa.) Sí.
NOVIA. ¿Para qué?
MUCHACHA 1ª Pues...
(Abrazando a la segunda.)
(Echan a correr las dos. Llega el
NOVIO y muy despacio abraza a la NOVIA por detrás.)
NOVIA. (Con gran sobresalto.) ¡Quita!
NOVI ¿Te asustas de mí?
NOVIA ¡Ay! ¿Eras tú?
NOVIO.-¿Quién iba a ser? (Pausa.) Tu padre o yo.
NOVIA. ¡Es verdad!
NOVIO. Ahora que tu padre te hubiera abrazado más blando.
NOVIA. (Sombría.) ¡Claro!
NOVIO. (La abraza fuertemente de
modo un poco brusco.) Porque es viejo. NOVIA. (Seca.) ¡Déjame!
NOVIO. ¿Por qué? (La deja.)
NOVIA. Pues. ..
la gente. Pueden vernos. (Vuelve a cruzar al fondo la CRIADA, que no mira a los
novios.) NOVIO. ¿Y qué? Ya es sagrado.
NOVIA. Sí, pero déjame.... Luego.
NOVIO. ¿Qué tienes? ¡Estás como asustada!
NOVIA. No tengo
nada. No te vayas. (Sale la mujer de LEONARDO.) MUJER. No quiero interrumpir...
NOVIO. Dime.
MUJER. ¿Paso por aquí mi marido?
NOVIO. No.
MUJER. Es
que no lo encuentro, y el caballo no está tampoco en el establo.
NOVIO. (Alegre.) Debe estar dándole una carrera. (Se va la
MUJER inquieta.
Sale la CRIADA.)
CRIADA. ¿No andáis satisfechos de tanto saludo?
NOVIO. Ya estoy deseando que esto acabe. La novia está un
poco cansada.
CRIADA.-¿Qué es eso, niña?
NOVIA. ¡Tengo como un golpe en las sienes!
CRIADA. Una novia de estos montes
debe ser fuerte. (AI Novio.) Tú eres el único que la puedes. curar, porque tuya
es. (Sale corriendo.) NOVIO. (Abrazándola.) Vamos un rato al baile. (La besa.)
NOVIA. (Angustiada.) No. Quiero echarme en la cama un poco.
NOVIO. Yo to haré compañía.
NOVIA. ¡Nunca! ¿Con toda la gente
aquí? ¿Qué dirían? Déjame sosegar un momento.
NOVIO. ¡Lo que quieras! ¡Pero no estés así por la noche!
NOVIA. (En la puerta.) A la noche estaré mejor.
NOVIO. ¡Que es lo que yo quiero!
(Aparece la MADRE.)
MADRE. Hijo.
NOVIO. ¿Dónde anda usted?
MADRE. En todo ese ruido. ¿Estás contento?
NOVIO. Sí.
MADRE. ¿Y tu mujer?
NOVIO. Descansa un
poco. ¡Mal día para las novias!
MADRE. ¿Mal día? El único bueno.
Para mí fue como una herencia. (Entra la CRIADA y se dirige al cuarto de la
NOVIA.) Es la roturación de las tierras, la plantación de árboles nuevos.
NOVIO. ¿Usted se va a ir?
MADRE. Sí. Yo tengo que estar en mi casa.
NOVIO. Sola.
MADRE. Sola no. Que tengo la cabeza llena de cosas y de
hombres y luchas.
NOVIO. Pero luchas que ya no son luchas.
(Sale la CRIADA
rápidamente; desaparece corriendo por el f ondo.) MADRE. Mientras una vive,
lucha.
NOVIO.
¡Siempre la obedezco!
MADRE. Con tu mujer procura estar
cariñoso, y si la notaras infatuada o arisca, hazle una caricia que le produzca
un poco de daño, un abrazo fuerte, un mordisco y luego un beso suave. Que ella
no pueda disgustarse, pero que sienta que tú eres el macho, el amo, el que
manda. Así aprendí de tu padre. Y como no to tienes, tengo que ser yo la que te
enseñe estas fortalezas.
NOVIO. Yo siempre haré lo que usted mande.
PADRE. (Entrando.) ¿Y mi hija?
NOVIO. Está dentro.
MUCHACHA lª ¡Vengan
los novios, que vamos a bailar la rueda!
MOZO 1° (Al Novio.) Tú la vas a dirigir.
PADRE. (Saliendo.) ¡Aquí no está!
NOVIO. ¿No?
PADRE. Debe haber salido a la baranda.
NOVIO. ¡Voy a ver! (Entra.)
(Se oye algazara y guitarras.)
MUCHACHA 1ª
¡Ya han empezado! (Sale.) NOVIO. (Saliendo.) No está.
MADRE. (Inquieta.) ¿No?
PADRE. ¿Y dónde pudo haber ido?
CRIADA. (Entrando.) ¿Y la niña, dónde está?
MADRE. (Seria.) No lo sabemos.
(Sale el NOVIO. Entran tres invitados.)
PADRE. (Dramático.) Pero ¿no está en el baile?
CRIADA. En el baile no está.
PADRE. (Con arranque.) Hay mucha gente. ¡Mirad!
CRIADA. ¡Ya he mirado!
PADRE. (Trágico.)
¿Pues dónde está?
NOVIO. (Entrando.) Nada. En ningún sitio.
MADRE. (Al PADRE.) ¿Qué es esto? ¿Dónde está tu hija?
(Entra la mujer de LEONARDO.)
MUJER. ¡Han huido! ¡Han huido! Ella
y Leonardo. En el caballo. ¡Iban abrazados, como una exha-lación!
PADRE. ¡No es verdad! ¡Mi hija. no!
MADRE. ¡Tu hija, sí! Planta de mala
madre, y él, también él. ¡Pero ya es la mujer de mi hijo!
NOVIO. (Entrando.) ¡Vamos detrás! ¿Quién tiene un caballo?
MADRE. ¿Quién tiene un caballo
ahora mismo, quién tiene un caballo? Que le daré todo lo que tengo, mis ojos y
hasta mi lengua...
VOZ. Aquí hay uno.
MADRE. (Al hijo.) ¡Anda! ¡Detrás! (Sale con dos
mozos.) No. No vayas. Esa gente mata pronto y bien...; ¡pero sí, corre, y yo
detrás!
PADRE. No será ella. Quizá se haya tirado al aljibe.
MADRE. Al agua se tiran las
honradas, las limpias; ¡ésa, no! Pero ya es mujer de mi hijo. Dos bandos. Aquí
hay dos bandos. (Entran todos.) Mi familia y la tuya. Salid todos de aquí.
Limpiarse el polvo de los zapatos. Vamos a ayudar a mi hijo. (La gente se
separa en dos grupos.) Porque tiene gente; que son sus primos del mar y todos
los que llegan de tierra adentro. ¡Fuera de aquí! Por todos los caminos. Ha
llegado otra vez la hora de la sangre. Dos bandos. Tú con el tuyo y yo con el
mío. ¡Atrás! ¡Atrás!
TELÓN
ACTO TERCERO
CUADRO PRIMERO
Bosque. Es de noche. Grandes
troncos húmedos. Ambiente oscuro. Se oyen dos violines.
(Salen tres LEÑADORES.)
LEÑADOR 1º ¿Y los han encontrado?
LEÑADOR 2° No. Pero los buscan por todas partes.
LEÑADOR 3º Ya darán con ellos.
LEÑADOR 2°.
¡Chisss!
LEÑADOR 3° ¿Qué?
LEÑADOR 2° Parece que se acercan
por todos los caminos a la vez. LEÑADOR 1º-Cuando salga la luna los verán.
LEÑADOR 2°
|
Debían
dejarlos.
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LEÑADOR 1º
|
El mundo es grande. Todos pueden vivir en él.
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LEÑADOR 3°
|
Pero
los matarán.
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LEÑADOR 2º
|
Hay que seguir la inclinación; han hecho bien en huir.
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LEÑADOR 1°
|
Se estaban engañando uno a otro y al final
la sangre pudo más.
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LEÑADOR 3º
|
¡La sangre!
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LEÑADOR 1°
|
Hay
que seguir el camino de la sangre.
|
LEÑADOR 2º
|
Pero
sangre que ve la luz se la bebe la tierra.
|
LEÑADOR 1° podrida.
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¿Y
qué? Vale más ser muerto desangrado que vivo con ella
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LEÑADOR 3°
|
Callar.
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LEÑADOR 1°
|
¿Qué?
¿Oyes algo?
|
LEÑADOR 3º
|
Oigo los grillos, las ranas, el acecho de la noche.
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LEÑADOR 1º
|
Pero el caballo no se siente.
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LEÑADOR 3°. No.
LEÑADOR 1° Ahora la estará queriendo.
LEÑADOR 2º El cuerpo de ella era para él y el cuerpo de él
para ella.
LEÑADOR 3° Los buscan y los matarán.
LEÑADOR 1° Pero ya habrán mezclado
sus sangres y serán como dos cántaros vacíos, como dos arroyos secos.
LEÑADOR 2° Hay muchas nubes y será fácil que la luna no
salga.
LEÑADOR 3° El novio los encontrará con luna o sin luna. Yo
lo vi salir. Como una estrella furiosa. La cara color ceniza. Expresaba el sino
de su casta.
LEÑADOR 1°
|
Su
casta de muertos en mitad de la calle.
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LEÑADOR 2°
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¡Eso
es!
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LEÑADOR 3°
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¿Crees
que ellos lograrán romper el cerco?
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LEÑADOR 2°
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Es difícil. Hay cuchillos y escopetas a
diez leguas a la redonda.
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LEÑADOR 3°
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Él lleva un buen caballo.
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LEÑADOR 2°
|
Pero
lleva una mujer.
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LEÑADOR 1°
|
Ya
estamos cerca.
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LEÑADOR 2°
|
Un
árbol de cuarenta ramas. Lo cortaremos pronto.
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LEÑADOR 3°
|
Ahora
sale la luna. Vamos a darnos prisa.
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(Por la izquierda surge una claridad.)
LEÑADOR 1°.
¡Ay luna que sales!
Luna de las hojas grandes.
LEÑADOR 2°.
¡Llena de jazmines la sangre!
LEÑADOR 1°
¡Ay luna sola!
¡Luna de las verdes hojas!
LEÑADOR 2°
Plata en la cara de la novia.
LEÑADOR 3°.
¡Ay luna mala!
Deja para el amor la oscura rama.
LEÑADOR 1°
¡Ay triste luna!
¡Deja para el amor la rama oscura!
(Salen. Por la claridad de la
izquierda aparece la LUNA. La LUNA es un leñador joven con la cara blanca. La
escena adquiera un vivo resplandor azul.)
LUNA.-
Cisne redondo en
el río, ojo de las catedrales, alba fingida en las hojas soy; ¡no podrán escaparse! ¿Quién se oculta? ¿Quién solloza por la maleza del valle? La luna deja un cuchillo abandonado en el aire, que siendo acecho de plomo quiere ser dolor de sangre. ¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada por paredes y cristales!
¡Abrir tejados
y pechos donde pueda calentarme! ¡Tengo frío! Mis cenizas de soñolientos metales, buscan la cresta del fuego por los montes y las calles. Pero me lleva la nieve sobre, su espalda de jaspe, y me anega, dura y fría, el agua de los estanques. Pues esta noche tendrán mis mejillas roja sangre, y los juncos agrupados en los anchos pies del aire.
¡No haya
sombra ni emboscada, que no puedan
escaparse! ¡Que quiero entrar en un
pecho para poder calentarme! ¡Un corazón
para mí! ¡Caliente, que se derrame por los montes de mi pecho; dejadme entrar, ¡ay, dejadme!
(A las ramas.)
No quiero
sombras. Mis rayos han de entrar en
todas partes, y haya en los troncos
oscuros un rumor de claridades, para que esta noche tengan mis mejillas dulce sangre, y los juncos
agrupados en los anchos pies del aire.
¿Quién se
oculta? ¡Afuera digo! ¡No! ¡No podrán
escaparse!
Yo haré
lucir al caballo
una fiebre de diamante.
(Desaparece entre los troncos, y
vuelve la escena a su luz oscura. Sale una anciana totalmente cubierta por
tenues paños verdeoscuros. Lleva los pies descalzos. Apenas si se !e verá el
rostro entre los pliegues. Este personaje no figura en el reparto.)
MENDIGA.-
Esa luna se va
y ellos se acercan. De aquí no pasan. El rumor del río apagará con el rumor de troncos el desgarrado vuelo de los gritos.
Aquí ha de
ser, y pronto. Estoy cansada. Abren los
cofres, y los blancos hilos aguardan por
el suelo de la alcoba cuerpos pesados
con el cuello herido. No se despierte un
pájaro y la brisa, recogiendo en su
falda los gemidos, huya con ellos por
las negras copas o los entierre por el
blando limo.
(Impaciente.)
¡Esa luna, esa luna!
(Aparece la LUNA. Vuelve la luz azul intensa.)
LUNA.-
Ya se acercan.
Unos por la cañada y otros por el río.
Voy a alumbrar las piedras. ¿Qué necesitas?
MENDIGA.
Nada.
LUNA.
El aire va llegando duro, con doble filo.
MENDIGA.
Ilumina el
chaleco y aparta los botones, que después las navajas ya saben el camino.
LUNA.
Pero que
tarden mucho en morir. Que la sangre me ponga entre los dedos su delicado
silbo. ¡Mira que ya mis valles de ceniza despiertan en ansia de esta fuente de
chorro estremecido!
MENDIGA.
No dejemos que pasen el arroyo. ¡Silencio!
LUNA.
¡Allí vienen! (Se va. Queda la escena oscura.)
MENDIGA.
De prisa. Mucha luz. ¿Me has oído? ¡No pLieden escaparse!
(Entran el Novio y Mozo 1° La MENDIGA se sienta y se tapa
con el manto.)
NOVIO. Por aquí.
Mozo 1º No los encontrarás.
NOVIO (Enérgico.) ¡Sí los encontraré!
MOZO 1° Creo que se han ido por otra vereda.
NOVIO. No. Yo sentí hace un momento el galope.
MOZO 1° Sería otro caballo.
NOVIO. (Dramático.) Oye. No hay más que un caballo en el
mundo, y es éste.
¿Te has enterado? Si me sigues, sígueme sin hablar.
MOZO. 1° Es que quisiera...
NOVIO. Calla. Estoy seguro de
encontrármelos aquí. ¿Ves este brazo? Pues no es mi brazo. Es el brazo de mi
hermano y el de mi padre y el de toda mi familia que está muerta. Y tiene tanto
poderío, que puede arrancar este árbol de raíz si quiere. Y vamos pronto, que
siento los dientes de todos los míos clavados aquí de una manera que se me hace
imposible respirar tranquilo.
MENDIGA. (Quejándose.) ¡Ay!
MOZO 1° ¿Has oído?
NOVIO. Vete por ahí y
da la vuelta.
MOZO 1° Esto es una caza.
NOVIO. Una caza. La más grande que se puede hacer.
(Se va el Mozo. El Novio se dirige
rápidamente hacia la izquierda y tropieza con la MENDIGA, la Muerte.)
MENDIGA. ¡Ay!
NOVIO. ¿Qué quieres?
MENDIGA. Tengo frío.
NOVIO. ¿Adónde to diriges?
MENDIGA. (Siempre
quejándose como una mendiga.) Allá lejos. . .
NOVIO. ¿De dónde vienes?
MENDIGA. De allí . . . , de muy lejos.
NOVIO. ¿Viste un hombre y una mujer
que corrían montados en un caballo? MENDIGA. (Despertándose.) Espera. . . (Lo
mira.) Hermoso galán. (Se levanta.) Pero mucho más hermoso si estuviera
dormido.
NOVIO. Dime, contesta, ¿los viste?
MENDIGA. Espera... ¡Qué espaldas
más anchas! ¿Cómo no to gusta estar tendido sobre ellas y no andar sobre las
plantas de los pies que son tan chicas?
NOVIO. (Zamarreándola.) ¡Te digo si
los viste! ¿Han pasado por aquí? MENDIGA. (Enérgica.) No han pasado; pero están
saliendo de la colina. ¿No to oyes?
Novio No.
MENDIGA. ¿Tú no conoces el camino?
NOVIO. ¡Iré sea como sea!
MENDIGA. Te acompañaré. Conozco esta tierra.
NOVIO. (Impaciente.)
¡Pues vamos! ¿Por dónde?
MENDIGA. (Dramática.) ¡Por allí!
(Salen rápidos. Se pyen lejanos dos violines que expresan el
bosque. Vuelven los
LEÑADORES. Llevan las hachas al hombro. Pasan lentos entre
los troncos.) LEÑADOR 1°.
¡Ay muerte que sales!
Muerte de las hojas grandes.
LEÑADOR 2°.
¡No abras el chorro de la sangre!
LEÑADOR 1°.
¡Ay muerte sola!
Muerte de las secas hojas.
LEÑADOR 3°
¡No cubras de flores la boda!
LEÑADOR 2°-
¡Ay triste muerte!
Deja para el amor la rama verde.
LEÑADOR 1°.- ¡Ay muerte mala! ¡Deja para el amor la verde
rama!
(Van saliendo mientras hablan. Aparecen LEONARDO y la
NOVIA.)
LEONARDO.-
¡Calla!
NOVIA. Desde aquí yo me iré sola.¡Vete! Quiero que to
vuelvas.
LEONARDO.- ¡Calla, digo!
NOVIA. Con los dientes, con las
manos, como puedas, quita de mi cuello honrado el metal de esta cadena,
dejándome arrinconada allá en mi casa de tierra. Y si no quieres matarme como a víbora
pequeña, pon en mis manos de novia el cañón de la escopeta. ¡Ay, qué lamento,
qué fuego ,me sube por la cabeza!
¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!
LEONARDO.- Ya dimos el paso; ¡calla! porque nos persiguen cerca y to he
de llevar conmigo.
NOVIA. ¡Pero ha de ser a la fuerza!
LEONARDO. ¿A la fuerza? ¿Quién bajó primero las escaleras?
NOVIA. Yo las bajé.
LEONARDO. ¿Quién le puso al caballo bridas nuevas?
NOVIA. Yo misma. Verdá.
LEONARDO. ¿Y qué manos me calzaron las espuelas?
NOVIA. Estas manos, que son tuyas,
pero que al verte quisieran quebrar las ramas azules y el murmullo de tus
venas. ¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Aparta!
Que si matarte pudiera, te pondría una mortaja con los filos
de violetas.
¡Ay, qué lamento, qué fuego me sube por la cabeza!
LEONARDO. ¡Qué
vidrios se me clavan en la lengua! Porque yo quise olvidar y puse un muro de piedra entre tu casa y la
mía. Es verdad. ¿No to recuerdas? Y cuando te vi de lejos me eché en los ojos
arena. Pero montaba a caballo y el caballo iba a tu puerta. Con alfileres de
plata mi sangre se puso negra, y el
sueño me fue llenando las carnes de mala hierba. Que yo no tengo la culpa, que la culpa es de la tierra y de ese olor
que te sale de los pechos y las trenzas. NOVIA. ¡Ay qué sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena, y no hay minuto del día que estar contigo no quiera, porque
me arrastras y voy, y me dices que me vuelva y te sigo por el aire como una
brizna de hierba. He dejado a un hombre duro y a toda su descendencia en la
mitad de la boda y con la corona puesta.
Para ti será el castigo y no quiero que lo sea. ¡Déjame
sola! ¡Huye tú!
No hay nadie que te defienda.
LEONARDO. Pájaros de la mañana por
los árboles se quiebran. La noche se está muriendo en el filo de la piedra.
Vamos al rincón oscuro donde yo siempre te quiera, que no me importa la gente
ni el veneno que nos echa.
(La abraza f uertemente.)
NOVIA. Y yo dormiré a tus pies para
guardar lo que sueñas. Desnuda, mirando al campo, (Dramática.) como si fuera
una perra, ¡porque eso soy! Que te miro y tu hermosura me quema. LEONARDO. Se
abrasa lumbre con lumbre. La misma llama pequeña mata dos espigas juntas. ¡Vamos! (La
arrastra.) NOVIA.- ¿Adónde me llevas?
LEONARDO. Adonde no puedan ir estos
hombres que nos cercan. ¡Donde yo pueda mirarte!
NOVIA. (Sarcástica.)
Llévame de
feria en feria, dolor de mujer
honrada, a que las gentes me vean con las sábanas de boda al aire, como banderas.
LEONARDO.
También yo
quiero dejarte si pienso como se
piensa.
Pero voy donde tú vas.
Tú también.
Da un paso. Prueba. Clavos de luna nos
funden mi cintura y tus caderas.
(Toda esta escena es violenta, llena de gran sensualidad.)
NOVIA.-
¿Oyes?
LEONARDO.
Viene gente.
NOVIA:
¡Húye!
Es justo que
yo aquí muera con los pies dentro del
agua y espinas en la cabeza. Y que me lloren las hojas, mujer perdida y doncella.
LEONARDO.
Cállate. Ya suben.
NOVIA.- ¡Vete!
LEONARDO.
Silencio. Que no nos sientan.
Tú delante. ¡Vamos, digo!
(Vacila la NOVIA.)
NOVIA.
¡Los dos juntos!
LEONARDO. (Abrazándola.) ¡Como quieras! Si nos separan, será porque esté muerto.
NOVIA.-
Y yo muerta.
(Salen abrazados.)
(Aparece la LUNA muy despacio. La
escena adquiere una fuerte luz azul. Se oyen los dos violines. Bruscamente se
oyen dos largos gritos desgarrados, y se corta la música de los violines. Al
segundo grito aparece la MENDIGA y queda de espaldas. Abre el manto y queda en
el centro como un gran pájaro de alas inmensas. La LUNA se detiene. El telón
baja en medio de un silencio absoluto.)
TELÓN
CUADRO ULTIMO
Habitación blanca con arcos y
gruesos muros. A la derecha y a la izquierda escaleras blancas. Gran arco al
fondo y pared del mismo color. El suelo será también de un blanco reluciente.
Esta habitación simple tendrá un sentido monumental de iglesia. No habrá ni un
gris, ni una sombra, ni siquiera to preciso para la perspectiva.
(Dos MUCHACHAS vestidas de azul oscuro están devanando una
madeja roja.)
MUCHACHA 1ª
Madeja,
madeja, ¿qué quieres hacer?
MUCHACHA 2ª
Jazmín de
vestido, cristal de papel. Nacer a las cuatro, morir a las diez. Ser hilo de lana, cadena a tus pies y nudo que apriete amargo laurel.
NIÑA.- (Cantando) ¿Fuisteis a la boda?
MUCHACHA lª
No.
NIÑA.
¡Tampoco fui
yo! ¿Qué pasaría por los tallos de las
viñas?
¿Qué
pasaría por el ramo de la oliva?
¿Qué pasó que nadie volvió?
¿Fuisteis a la boda?
MUCHACHA 2ª
Hemos dicho
que no. NIÑA (Yéndose.) ¡Tampoco fui yo!
MUCHACHA 2ª-
Madeja,
madeja, ¿qué quieres cantar?
MUCHACHA 1ª-
Heridas de
cera, dolor de arrayán. Dormir la mañano de noche velar. NIÑA. (En la puerta.) El hilo
tropieza con el pedernal. Los montes azules lo dejan pasar. Corre, corre, corre, y al fin llegará a poner cuchillo y quitar el pan.
(Se va)
MUCHACHA 2ª-
Madeja,
madeja, ¿qué quieres decir?
MUCHACHA 1ª-
Amante sin habla. Novio carmesí. Por la
orilla muda Tendidos los vi.
(Se detiene mirando madeja.)
NIÑA (Asomandose a la puerta.)
el hilo hasta
aquí. Cubiertos de barro los siento venir. ¡Cuerpos estirados, paños de marfil!
(Se va.)
(Aparecen la MUJER y la SUEGRA de LEONARDO. Llegan
angustiadas.)
MUCHACHA 1ª-
¿Vienen ya?
S U EGRA.
(Agria. ) No sabemos.
MUCHACHA 2ª
¿Qué contáis de la boda?
MUCHACHA 1ª
Dime.
SUEGRA.
(Seca.) Nada.
MUJER.-
Quiero volver para saberlo todo.
S U EGRA.
(Enérgica.) Tú, a to casa.
Valiente y sola en tu casa.
A envejecer y a llorar.
Pero la puerta cerrada.
Nunca. Ni muerto ni vivo.
Clavaremos las ventanas. Y vengan lluvias y noches sobre las hierbas amargas.
MUJER.
¿Qué habrá pasado?
S UEGRA.
No importa.
Échate un velo
en la cara. Tus hijos son hijos
tuyos nada más. Sobre la cama pon una cruz de ceniza donde estuvo su almohada.
(Salen.)
MENDIGA. (A la puerta.) Un pedazo de
pan, muchachas.
NIÑA.
¡Vete!
(Las MUCHACHAS se agrupan.)
MENDIGA.
¿Por qué?
NIÑA.
Porque tú gimes: vete.
MUCHACHA 1ª
¡Niña!
MENDIGA.
¡Pude pedir
tus ojos! Una nube de pájaros me sigue;
¿quieres uno?
NIÑA.
¡Yo me quiero marchar!
MUCHACHA 2ª (A la MENDIGA.)
¡No le hagas
caso!
MUCHACHA.1ª-¿Vienes por el camino del arroyo?
MENDIGA.
¡Por allí vine!
MUCHACHA 1ª
(Tímida.) ¿Puedo preguntarte?
MENDIGA.
Yo los vi;
pronto llegan: dos torrentes quietos al
fin entre piedras grandes, dos hombres
en las patas del caballo.
Muertos en la hermosura de la noche.
(Con
delectación.) Muertos, sí, muertos.
MUCHACHA 1ª
¡Calla, vieja, calla!
MENDIGA.
Flores rotas
los ojos, y sus dientes dos puñados de
nieve endurecida. Los dos cayeron, y la novia vuelve teñida en sangre falda y cabellera. Cubiertos con dos mantas ellos vienen sobre
los hombros de los mozos altos.
Así fue, nada más. Era lo justo.
Sobre la flor del oro, sucia arena.
(Se va. Las MUCHACHAS inclinan la cabeza y rítmicamente van
saliendo.)
MUCHACHA 1ª
Sucia arena.
MUCHACHA 2ª-
Sobre la flor del oro.
NIÑA.
Sobre la flor
del oro traen a los muertos del arroyo. Morenito el uno, morenito el otro.
¡Qué ruiseñor
de sombra vuela y gime sobre la flor del oro!
(Se va. Queda la escena sola.
Aparece la MADRE con una VECINA. La VECINA viene llorando.)
MADRE.-Calla.
VECINA. No puedo.
MADRE. Calla, he dicho. (En la
puerta.) ¿No hay nadie aquí? (Se lleva las manos a la frente.) Debía
contestarme mi hijo. Pero mi hijo es ya un brazado de flores secas. Mi hijo es
ya una voz oscura detrás de los montes. (Con rabia a la VECINA.) ¿Te quieres
callar? No quiero llantos en esta casa. Vuestras lágrimas son lágrimas de los
ojos nada más, y las mías vendrán cuando yo esté sola, de las plantas de los
pies, de mis raíces, y serán más ardientes que la sangre.
VECINA. Vente a mi casa; no te quedes aquí.
MADRE. Aquí. Aquí quiero estar. Y
tranquila. Ya todos están muertos. A medianoche dormiré, dormiré sin que ya me
aterren la escopeta o el cuchillo. Otras madres se asomarán a las ventanas,
azotadas por la lluvia, para ver el rostro de sus hijos. Yo no. Yo haré con mi
sueño una fría paloma de marfil que lleve camelias de escarcha sobre el
camposanto. Pero no; camposanto no, camposanto no: lecho de tierra, cama que
los cobija y que los mece por el cielo. (Entra una mujer de negro que se dirige
a la derecha y allí se arrodilla. A la VECINA.) Quítate las manos de la cara.
Hemos de pasar días terribles. No quiero ver a nadie. La tierra y yo. Mi llanto
y yo. Y estas cuatro paredes. ¡Ay! ¡Ay! (Se sienta transida.)
VECINA. Ten caridad de ti misma.
MADRE. (Echándose el pelo hacia
atrás.) He de estar serena. (Se sienta.) Porque vendrán las vecinas y no quiero
que me vean tan pobre. ¡Tan pobre! Una mujer que no tiene un hijo siquiera que
poderse llevar a los labios.
(Aparece la NOVIA. Viene sin azahar y con un manto negro.)
VECINA. (Viendo a la NOVIA con rabia.) ¿Dónde vas?
NOVIA. Aquí vengo.
MADRE. (A la vecina.) ¿Quién es?
VECINA. ¿No la reconoces?
MADRE. Por eso pregunto quién es.
Porque tengo que no reconocerla, para no clavarla mis dientes en el cuello.
¡Víbora! (Se dirige hacia la NOVIA con ademán fulminante; se detiene. A la
VECINA.) ¿La ves? Está ahí y está llorando, y yo quieta sin arrancarle los
ojos. No me entiendo. ¿Será que yo no quería a mi hijo? Pero ¿y su honra?
¿Dónde está su honra? (Golpea a la NOVIA. Esta cae al suelo.)
VECINA ¡Por Dios! (Trata de separarlas.)
NOVIA. (A la VECINA.) Déjala; he
venido para que me mate y que me lleven con ellos. (A la MADRE.) Pero no con
las manos; con garfios de alambre, con una hoz, y con fuerza, hasta que se
rompa en mis huesos. ¡Déjala! Que quiero que sepa que yo soy limpia, que estaré
loca, pero que me pueden enterrar sin que ningún hombre se haya mirado en la
blancura de mis pechos:
MADRE. Calla, calla; ¿qué me importa eso a mí?
NOVIA. ¡Porque yo me fui con el
otro, me fui! (Con angustia.) Tú también te hubieras ido. Yo era una mujer
quemada, llena de llagas por dentro y por fuera,y tu hijo era un poquito de
agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río
oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar
entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua, frío, y
el otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban
escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por
el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!, yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no
lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como
la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, aun
que hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado de los
cabellos. (Entra una vecina.)
MADRE. Ella no tiene la culpa, ¡ni
yo! (Sarcástica.) ¿Quién la tiene, pues? ¡Floja, delicada, mujer de mal dormir
es quien tira una corona de azahar para buscar un pedazo de cama calentado por
otra mujer!
NOVIA. ¡Calla, calla! Véngate de
mí; ¡aquí estoy! Mira que mi cuello es blando; te costará menos trabajo que
segar una dalia de tu huerto. Pero ¡eso no! Honrada, honrada como una niña
recién nacida. Y fuerte para demostrártelo. Enciende la lumbre. Vamos a meter
las manos: tú, por tu hijo; yo, por mi cuerpo. Las retirarás antes tú. (Entra
otra vecina.)
MADRE. Pero ¿qué me importa a mí tu
honradez? ¿Qué me importa tu muerte? ¿Qué me importa a mí nada de nada?
Benditos sean los trigos, porque mis hijos están debajo de ellos; bendita sea
la lluvia, porque moja la cara de los muertos. Bendito sea Dios, que nos tiende
juntos para descansar. (Entra otra vecina.)
NOVIA. Déjame llorar contigo.
MADRE. Llora. Pero en la puerta.
(Entra la NIÑA. La NOVIA queda en
la puerta. La MADRE, en el centro de la escena.)
MUJER.
(Entrando y dirigiéndose a la izquierda.) Era hermoso jinete, y ahora montón de nieve. Corría ferias y montes y brazos de mujeres. Ahora, musgo de noche le corona la frente.
MADRE.-
Girasol de tu
madre, espejo de la tierra.
Que te pongan
al pecho cruz de amargas adelfas; sábana que te cubra de reluciente seda.
y el agua
forme un llanto entre tus manos quietas.
MU JER.-
¡Ay, que
cuatro muchachos llegan con hombros
cansados!
NOVIA.
¡Ay, qué
cuatro galanes traen a la muerte por el
aire!
MADRE.-
Vecinas.
NIÑa.-(En la puerta) Ya los traen.
MADRE.- Es to
mismo.
La cruz, la cruz.
MUJERES.-
Dulces
clavos, dulce cruz. dulce nombre
de Jesús.
NOVIA.
Que la cruz ampare a muertos y vivos.
MADRE.-
Vecinas, con
un cuchillo, Con un cuchillito, en un día señalado, entre las dos y las tres,
se mataron los dos hombres del amor. Con un cuchillo, con un cuchillito que apenas cabe en la mano,
pero que penetra fino por las carnes asombradas, y que se para en el sitio
donde tiembla enmarañada la oscura raíz del grito.
NOVIA.
Y esto es un
cuchillo,
un cuchillito
que apenas cabe en la mano; pez sin
escamas ni río, para que un día
señalado, entre las dos y las tres, con
este cuchillo, se queden dos hombres
duros con los labios amarillos.
MADRE.
Y apenas cabe
en la mano, pero que penetra frío por las carnes asombradas y allí se para, en el sitio
donde tiembla
enmarañada la oscura raíz del grito.
(Las vecinas, arrodilladas en el suelo, lloran.)
TELÓN
FIN DE
“BODAS DE
SANGRE”