EL
TEATRO
3° A – B
El teatro (del griego θέατρον theatrón 'lugar
para contemplar') es la rama del arte escénico relacionada con la actuación, que representa
historias frente a una audiencia usando una combinación de discurso, gestos,
escenografía, música, sonido y espectáculo. Es también el género literario que
comprende las obras concebidas para un escenario, ante un público. El Día del
Teatro se celebra el 27 de marzo.
En adición a la narrativa común,
el estilo de diálogo, el teatro también toma otras formas como la ópera, el
ballet, la ópera china y la pantomima.
ELEMENTOS BÁSICOS
El teatro como se ha podido
observar, constituye un todo orgánico del que sus diferentes elementos forman
una parte indisoluble. Esos elementos, no obstante, poseen cada uno
características y leyes propias y, en función de la época, de la personalidad
del director o de otras circunstancias, es habitual que se conceda a unos u
otros mayor relevancia dentro del conjunto. Estos elementos son:
1.
Texto
Las obras dramáticas se escriben en diálogos y en primera persona,
en el que existe las acciones que van entre paréntesis, (llamado lenguaje
acotacional)
En la tradición occidental, el texto, la obra dramática, se ha
considerado siempre la pieza esencial del teatro, llamado "el arte de la
palabra". Dado que, de forma más matizada, esta orientación predomina
también en las culturas orientales, cabe cuando menos admitir como justificada
tal primacía. A este respecto deben hacerse, no obstante, dos consideraciones:
en primer lugar, el texto no agota el hecho teatral, pues una obra dramática no
es teatro hasta que se representa, lo que implica como mínimo el elemento de la
actuación; en segundo lugar, son numerosas las formas dramáticas arcaicas y los
espectáculos modernos que prescinden por completo de la palabra o la subordinan
a elementos cual la mímica, la expresión corporal, la danza, la música, el
despliegue escénico.
El hecho de que la obra sólo adquiera plena vigencia en la
representación determina además el carácter distintivo de la escritura
dramática respecto a otros géneros literarios. La mayoría de los grandes
dramaturgos de todos los tiempos, desde los clásicos griegos al inglés William
Shakespeare, el francés Molière, el español Pedro Calderón de la Barca o el
alemán Bertolt Brecht, basaron sus creaciones en un conocimiento directo y
profundo de los recursos escénicos e interpretativos y en una sabia utilización
de sus posibilidades.
2.
Dirección
La personalidad del director como artista creativo por derecho
propio sólo se consolidó, según se apuntó anteriormente, a fines del siglo XIX.
Su figura, de cualquier forma, había existido siempre, en cuanto responsable de
la coordinación de los elementos que representan, desde la escenografía a la
interpretación. A él corresponde, en definitiva, convertir el texto, si existe,
en teatro, por medio de los procedimientos que juzgue precisos. Para inducir a
la reflexión por los alemanes Bertolt Brecht y Erwin Piscator o el ascetismo
del polaco Jerzy Grotowski
3.
Actuación
Las técnicas de actuación han variado enormemente a lo largo de la
historia y no siempre de manera uniforme. En el teatro occidental clásico, por
ejemplo los grandes actores, los "monstruos sagrados", tendían a
enfatizar las emociones con objeto de destacar el contenido de la obra, en la
comedia del arte el intérprete dejaba rienda suelta a su instinto; los actores
japoneses del Nō y kabuki, hacen patentes determinados estados de ánimo por
medio de gestos simbólicos, bien de gran sutileza o deliberadamente exagerados.
En el teatro moderno se ha impuesto por lo general la orientación
naturalista, en que el actor por medio de adquisición de técnicas corporales y
psicológicas y del estudio de sí mismo y del personaje, procura recrear en
escena la personalidad de éste. Tal opción, evolucionada en sus rasgos
fundamentales a partir de las enseñanzas del ruso Konstantín Stanislavski y muy
extendida en el ámbito cinematográfico, no es desde luego la única y en último
extremo la elección de un estilo interpretativo depende de características del
espectáculo y de las indicaciones del director.
Sin embargo, actualmente, a inicios del siglo XXI, la actuación
teatral con tendencia naturalista está siendo replanteada seriamente. La
teatralidad contemporánea requiere una crítica del naturalismo como simple
reproducción del comportamiento humano, pero sin lazos con su entorno.
Actualmente ha habido grandes transformaciones del trabajo de Stanislavski
siendo las más importantes Antonin Artaud, Jerzy Grotowsky Étienne Decroux y
Eugenio Barba. Estas técnicas, llamadas actualmente extracotidianas implican
una compleja síntesis de los signos escénicos.
OTROS ELEMENTOS
De forma estricta, se entiende
por decorado al ambiente en que se desarrolla una representación dramática, y
por escenografía, al arte de crear los decorados. Hoy en día, tiende a
introducirse en el concepto de "aparato escenográfico" a todos los
elementos que permiten la creación de ese ambiente, entre los que cabría
destacar fundamentalmente a la maquinaria o tramoya y la iluminación.
En la antigüedad, la escenografía
se hallaba condicionada a limitaciones técnicas y arquitectónicas,
circunstancia que se mantuvo durante toda la Edad Media. Fue ya a fines del
Renacimiento y, sobre todo, durante los siglos XVII y XVIII, cuando la
escenografía comenzó a adquirir realce, gracias al perfeccionamiento de la
perspectiva pictórica, que permitió dotar de mayor apariencia de profundidad al
decorado, y posteriormente al desarrollo de la maquinaria teatral. En el siglo
XIX, con la introducción del drama realista, el decorado se convirtió en el
elemento básico de la representación. El descubrimiento de la luz eléctrica, en
fin, dio pie al auge de la iluminación. Las candilejas, que en principio eran
un elemento accesorio, se consideran poéticamente un símbolo del arte teatral.
Estrechamente vinculado con la
concepción escénica, se ha hallado siempre el vestuario. En el teatro griego,
la tosquedad de los decorados se compensaba por medio de máscaras —trágicas o
cómicas— y las túnicas estilizadas de los actores, cuyo objeto era de resaltar
el carácter arquetípico de los personajes. Durante el Barroco y el
Neoclasicismo adquirieron importancia el maquillaje y el vestuario, si bien
éste se empleó a menudo de forma anacrónica —se representaba por ejemplo una
obra ambientada en Roma con ropajes franceses del siglo XVII hasta la aparición
del realismo. En la actualidad, la elección del vestuario no es sino un
elemento más dentro de la concepción general del montaje.
La dramática constituye uno de
los principales géneros literarios. Presenta, de manera directa, uno o varios
conflictos a través de uno o varios personajes que desarrollan sobre la escena
el argumento gracias, fundamentalmente, al diálogo. El teatro o dramática se
presenta ante los posibles receptores de dos maneras: mediante la actuación de
los actores sobre un escenario delante del público o a través de la lectura de
la obra como si se tratase, por ejemplo, de una novela. De todos modos, las
obras teatrales están concebidas para ser representadas, y cualquier lectura
personal no es más que un ejercicio incompleto, ya que hemos de prescindir de
elementos tales como la música, la iluminación, el movimiento de los actores...
CARACTERÍSTICAS DEL GÉNERO
DRAMÁTICO
Así, este género literario cuenta
con las siguientes características básicas:
1.
Los autores
dramáticos deben contar una historia en un lapso de tiempo bastante limitado,
con lo que no se pueden permitir demoras innecesarias.
2.
El hilo
argumental debe captar la atención del público durante toda la representación.
El recurso fundamental para conseguirlo consiste en establecer, cada cierto
tiempo, un momento culminante o clímax que vaya encaminando la historia hacia
el desenlace.
3.
El teatro es
una mezcla de recursos lingüísticos y espectaculares, o lo que es lo mismo, el
texto literario se suma, como un elemento más, a los elementos escénicos
pertinentes para conseguir un espectáculo completo.
4.
Aunque
podamos leer una obra de teatro, los personajes que intervienen en ella han
sido concebidos por el autor para ser encarnados por actores sobre un
escenario.
5.
La acción se
ve determinada por el diálogo y, a través de él, se establece el conflicto
central de la obra.
6.
El autor
queda oculto detrás del argumento y los personajes. Si leemos una obra teatral,
observaremos que de vez en cuando aparecen indicaciones sobre cómo debe ser el
escenario o cómo deben actuar los personajes. Estas instrucciones se denominan
acotaciones. Por lo demás, los sentimientos del autor, sus ideas y opiniones se
encuentran diluidos en la amalgama de personajes y ambientes que forman una
obra de teatro.
A partir de estas características
generales, los elementos que otorgan personalidad propia a este género son los
siguientes:
Acción
Son todos los acontecimientos que
suceden en escena durante la representación relacionados con la actuación y las
situaciones que afectan a los personajes. Dicho de otro modo, la acción es el
argumento que se desarrolla ante nuestros ojos cuando asistimos a una
representación teatral. Este argumento suele estar dividido en actos o partes
(también denominados jornadas). La antigua tragedia griega no se dividía en
actos, sino en episodios (de dos a seis) separados entre sí por las
intervenciones del coro. A partir del teatro romano se generalizó la división
en cinco actos, hasta que Lope de Vega (1562-1635) redujo la acción a tres
actos, división que llega hasta hoy. Si dentro de un acto se produce un cambio
de espacio, entonces se ha producido un cambio de cuadro, con lo que dentro de
un acto puede haber distintos cuadros según los espacios que aparezcan. Por
otra parte, cada vez que un personaje sale de la escena, o bien cuando se
incorpora uno nuevo, se produce una nueva escena. Un acto constará de tantas
escenas como entradas y salidas de personajes haya.
Personajes
Son quienes llevan a cabo la
acción dramática a través del diálogo. Debido a las limitaciones
espacio-temporales de una obra teatral, es difícil que podamos asistir a una
caracterización psicológica profunda de todos los personajes, por lo que sólo
son analizados con detenimiento los protagonistas. Los personajes se suelen
valer de la mímica o los gestos como complemento al discurso. Estas expresiones
fisonómicas o gestos suelen obedecer a las acotaciones del autor, aunque en
algunas representaciones es el director de escenografía el que dicta los
movimientos de los actores, en ocasiones, de manera distinta a las acotaciones.
Con la eclosión del teatro durante el Siglo de Oro (XVI-XVII), aparecen una
serie de personajes o tipos característicos que representan actitudes o
comportamientos ideales, tales como el galán, la dama, el padre o hermano de la
dama, el gracioso como contraste al galán, el criado criticón o el soldado
presumido y fanfarrón. A partir del Romanticismo no podemos hablar de tipos
determinados, sino de personajes que evolucionan ante los ojos del espectador.
Tensión dramática
Es la reacción que se produce en
el espectador ante los acontecimientos que están ocurriendo en la obra. Los
autores buscan el interés del público mediante la inclusión de momentos
culminantes al final de cada acto, lo cual contribuye a que se mantenga la atención
hasta el desenlace. La tensión dramática pone en juego recursos como el avance
rápido de la acción justo después de la presentación, de modo que se pone
inmediatamente en marcha el conflicto; momentos que van retardando el
desenlace, con lo que el interés aumenta, y el denominado anticlímax, cuando el
conflicto que presenta la acción llega a un desenlace inesperado o no previsto.
Tiempo
No es fácil el tratamiento del
tiempo en una obra dramática, ya que ésta se desarrolla ante los ojos del
espectador y las posibilidades que ofrece una novela, por ejemplo, son
prácticamente infinitas en comparación con una obra teatral. Hemos de tener en
cuenta que, por un lado, está el tiempo de la representación, es decir, lo que
dura la obra teatral (dos o tres horas, habitualmente). En ese tiempo se debe
desarrollar una acción determinada, que puede durar lo mismo que la
representación, o más, con lo que los personajes deberán hacer referencia al
tiempo que transcurre (prolepsis), denominado tiempo aludido. Así, hemos de
diferenciar entre tiempo de la representación, tiempo de la acción y tiempo
aludido.
Como hemos dicho arriba, las
obras se suelen dividir en actos o jornadas. Normalmente, si se produce algún
salto temporal, éste estará situado entre dos actos, y serán los personajes los
encargados de informar, mediante sus palabras, del tiempo que ha transcurrido
con respecto al acto anterior. Aristóteles, en el siglo IV a. C., estableció en
su Poética unas sencillas técnicas que ayudaban a evitar los saltos espaciotemporales:
se trata de la regla de las tres unidades, según la cual la acción de una obra
dramática sólo se podrá desarrollar en un día (unidad de tiempo), en un único
espacio (unidad de lugar) y con un solo hilo argumental, sin acciones
secundarias (unidad de acción). Lope de Vega rompe con estas reglas tan
estrictas y el teatro del Romanticismo (XIX), siguiendo las directrices de Lope
en su Arte nuevo de hacer comedias, consagrará la ruptura definitiva con la
Poética de Aristóteles.
Diálogo
Las conversaciones que los
personajes mantienen entre sí hacen que la acción avance. Estas conversaciones
se pueden producir entre dos o más personajes. En algún momento, un personaje,
apartándose del resto o desviando su mirada, puede hacer un comentario en voz alta,
destinado al público, que no es oído por el resto de personajes. Este recurso
se denomina aparte. Mediante los apartes los personajes realizan reflexiones en
voz alta, hacen comentarios malintencionados o declaran un pensamiento que
puede ser de utilidad para el desarrollo de la acción. La finalidad de los
apartes es la de informar al público. Por otra parte, uno de los recursos más
característicos del teatro es el monólogo: discurso que un personaje,
normalmente solo sobre el escenario, pronuncia para sí mismo a modo de
pensamiento o reflexión, aunque en realidad el receptor último es el público.
Suele tener un carácter lírico y reflexivo y una extensión considerable. El
monólogo más famoso de nuestra literatura es el que pronuncia Segismundo en La
vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681). Hoy en día el término
monólogo se ha puesto de moda gracias a las intervenciones que ciertos
humoristas realizan sobre un escenario ante el público. Se trata de un recurso
teatral desgajado del contexto de una obra dramática, que demuestra el gran
rendimiento que puede ofrecer como reflexión o información a los espectadores.
Por último, en el teatro clásico grecolatino solía aparecer un coro que, en
ciertos momentos de la representación, era tomado por la voz de la conciencia
del personaje, el narrador o una comunidad de personas. Este personaje
colectivo solía poner el punto final a cada uno de los episodios en los que
estaban divididas las obras dramáticas.
Acotación
Se trata de aclaraciones que el
autor de la obra teatral realiza sobre cómo debe ser el decorado, cómo se
tienen que mover los personajes, qué gestos deben hacer... Son orientaciones
que intentan clarificar la comprensión de la obra, por lo cual, aunque
aparezcan ante nuestros ojos cuando leemos una obra dramática (normalmente
entre paréntesis o con letra cursiva), no pueden ser pronunciadas durante una
representación.
Elementos caracterizadores
Para que el argumento de una obra
sea creíble, los directores teatrales suelen recurrir a recursos auxiliares que
contribuyan al espectáculo: un vestuario acorde con la época en la que se sitúa
la obra, música de fondo o de acompañamiento (con la misma finalidad que la
banda sonora de una película), iluminación adecuada a cada momento y una
escenografía adaptada a la obra en cuestión, que suele estar al cargo del
director de escena. En el teatro medieval estos recursos eran casi
inexistentes, con lo que los espectadores debían utilizar más su imaginación
para la contemplación de una obra teatral. Durante el Siglo de Oro, con la
representación en corrales de comedias, los autores se debían valer de dos o
tres puertas al fondo del escenario y un primer piso con ventanas y un balcón.
Poco a poco el teatro se fue desarrollando y fue precisamente Calderón de la
Barca quien más contribuyó al desarrollo de los efectos más o menos especiales
y de la escenografía. Hoy en día la representación depende, en cuanto a su
escenografía, del director de escena, que puede concebir un escenario
minimalista, es decir, con los mínimos recursos, o bien una representación
clásica, esto es, lo más realista posible.
GÉNEROS
Dentro de este teatro, los tres
géneros mayores eran:
1.
La tragedia: protagonizada por personajes de
alta categoría social que se ven arrastrados por la fatalidad a graves
conflictos entre sí, a través de un lenguaje esmerado y cuidado. La tragedia griega
se caracteriza por el horror, la desgracia y la muerte. El protagonista suele
ser el héroe, que actúa con el decoro suficiente de acuerdo a las normas
establecidas. Suele representar un ideal de comportamiento humano. Contra este
héroe se encuentra el antagonista, que puede ser un solo hombre o un conjunto
de circunstancias contrarias a la voluntad del protagonista. El conflicto suele
desembocar en la catástrofe, en la fatalidad. Las obras están regidas por las
tres unidades (acción, lugar y tiempo). Los espectadores, ante la contemplación
de una tragedia, se solidarizan y sufren con el protagonista, con lo que llegan
a la catarsis (liberación).
2.
El drama satírico o tragicomedia: suele tratar un tema legendario,
aunque con efectos cómicos protagonizados, fundamentalmente, por el coro. Los
dioses no intervienen en la vida de los hombres y puede haber más de una acción
al mismo tiempo. Se encuentra a medio camino entre la tragedia y la comedia: no
se evitan las situaciones cómicas, pero tampoco el desenlace trágico.
3.
La comedia: se basa en la ridiculización y
denuncia desenfadada de costumbres y problemas cotidianos. Los protagonistas
suelen ser personas normales que sufren en escena, aunque siempre desde un
punto de vista cómico. Se busca la risa, por lo que el desenlace es feliz,
desenfadado y alegre, sin olvidar la ironía.
SUBGÉNEROS DRAMÁTICOS
1.
Auto sacramental: obras de tema religioso que
cuentan con un solo acto en verso. Los personajes son alegóricos (la Muerte, el
Pobre, el Rico, la Hermosura, el Mundo...). Este género vive su apogeo durante
el siglo XVII, gracias, sobre todo, a Calderón de la Barca. Se solían
representar durante el día del Corpus.
2.
Sainete: pieza corta (uno o dos actos) de
carácter cómico y costumbrista, que puede estar escrita en verso o prosa. El
principal cultivador de sainetes es Ramón de la Cruz.
3.
Paso: obra breve con finalidad cómica
concebida para ser representada en los entreactos de las obras mayores. Su
creador fue Lope de Rueda (s. XIV).
4.
Entremés: breve pieza teatral que se
representaba en los entreactos de las obras mayores. Tiene un carácter cómico y
representa un ambiente popular. La acción y los personajes del entremés suelen
ser más complejos que en el paso, de mayor simplicidad técnica. Uno de los
mejores autores de entremeses es Miguel de Cervantes (1547-1616).
5.
Farsa: obra cómica, breve, y sin otra
finalidad que la de hacer reír. Suele tener un marcado carácter satírico y se
caracteriza por la exageración de las situaciones.
6.
Melodrama: suele presentar situaciones
graves y serias en las que los personajes buenos sufren despiadadamente a manos
de los malos. Se caracteriza por el sentimentalismo exagerado.
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