VARGAS
LLOSA, MARIO
El Pez en el agua. Memorias
Ed. Seix Barral, Bogotá 1993, 540 pp.
INTRODUCCIÓN
El Pez en el agua
contiene, en capítulos alternos, las memorias de dos etapas decisivas de la
vida de Mario Vargas Llosa: la comprendida entre fines de 1946, época de su
infancia en que se le comunicó que su padre no había muerto, sino que estaba
separado de su madre, y le fue presentado, y 1958, año
parte; y por otra, la campaña presidencial peruana que, tras
la derrota electoral en la segunda vuelta ante Fujimori, concluye el 13 de
junio de 1990 con otro viaje a Europa, que debe dar inicio, como antaño, a otra
etapa de la vida del autor en la que la literatura pasa nuevamente a ocupar el
lugar central" (contracarátula).
En este libro autobiográfico se aprecia con bastante
precisión el perfil humano de Mario Vargas Llosa. En tanto que testimonio
histórico del período que narra tiene las limitaciones de los escritos que se
hacen en primera persona, con la carga de subjetividad que impide al escritor
distanciarse en trasto de los hechos propios y ajenos, a fin de lograr una
mejor apreciación de los sucesos. Más interesante resultan las 541 páginas del
libro para entender a su autor,
adentrándose en las métricas y en los rasgos que marcan su propia historia
personal.
Mario Vargas Llosa es una figura importante en la narrativa
hispanoamericana. Es reconocido también como intelectual que tiene especial
resonancia en la opinión pública, cuyo pensamiento se suma a la creciente
oleada neoliberal de estos tiempos. El
Pez en el agua, en este sentido, además de ser otra de las piezas
importantes de la narrativa, es un buen espejo que refleja las razones
profundas que explican la orientación que han seguido sus novelas y da cuenta
del peso específico de sus autor en los aciertos y desaciertos de su vida.
A continuación, se presenta un resumen secuencial de estas Memorias, recogiendo algunos párrafos
significativos para la comprensión del perfil ético e intelectual de Mario
Vargas Llosa. Los párrafos están precedidos de unas breves sumillas que pueden
ser de ayuda para resaltar el contenido del texto. La frase en cursiva tiene
esta misma finalidad.
CONTENIDO
I. ESE SEÑOR QUE ERA MI PAPÁ
1.
"Pero la verdadera razón del fracaso matrimonial
no fueron los celos, ni el mal carácter de mi padre, sino la enfermedad
nacional por antonomasia, aquella que infesta todos los estratos y familias del
país y en todos deja un relente que envenena la vida de los peruanos: el
resentimiento y los complejos sociales. Porque
Ernesto J. Vargas, pese a su blanca piel, sus ojos claros y
su apuesta figura, pertenecía —o sintió siempre que pertenecía, lo que es lo
mismo— a una familia socialmente inferior a la de su mujer." (p. 11).
2.
"Es un grave error, cuando se habla de prejuicio
racial y de prejuicio social, creer que éstos se ejercen sólo de arriba hacia
abajo; paralelo al desprecio que manifiesta el blanco al cholo, al indio y al
negro, existe el rencor del cholo al blanco y al indio y al negro, y cada uno
de estos tres últimos a todos los otros, sentimientos, pulsiones o pasiones,
que se emboscan detrás de las rivalidades políticas, ideológicas, profesionales,
culturales y personales, según un proceso al que ni siquiera se puede llamar
hipócrita, ya que rara vez es lúcido y desembozado." (p. 12).
3.
Pero la lectura no me impedía los juegos y era capaz de
invitar a toda mi clase a tomar el té a la casa, excesos que la abuelita Carmen
y la Mamaé, a quienes si Dios y el cielo
existen espero hayan premiado adecuadamente, soportaban sin chistar,
preparando con afán los panes con mantequilla, los refrescos y el café con
leche para todo ese enjambre. (p. 17)
II. LA PLAZA SAN MARTÍN
4.
"Fueron las clases medias las que llenaron esas
plazas. No los ricos, pues, en ese país misérrimo en que los malos gobiernos
han vuelto al Perú, ellos no alcanzarían a llenar un teatro y acaso ni un
salón. Y tampoco los pobres, campesinos o habitantes de los llamados pueblos
jóvenes, que escuchaban el debate entre estatismo y libre empresa, como si no
les concerniera. Esas clases medias — empleados, profesionales, técnicos,
comerciantes, funcionarios, amas de casa, estudiantes-se encogían cada vez
más." (p. 45)
5.
PROGRAMA POLÍTICO
DE MARIO VARGAS LLOSA: "El tema recurrente de mis tres discursos fue:
no se sale de la pobreza redistribuyendo lo poco que existe sino creando más
riqueza. Para ello hay que abrir mercados, estimular la competencia y la
iniciativa individual, no combatir la propiedad privada sino extenderla al
mayor número, desestatizar la mentalidad rentista, que lo espera todo del
Estado, por una moderna que confíe a la sociedad civil y al mercado la
responsabilidad de la vida económica." (pp. 45-46)
6.
EL LIBERALISMO DE
MARIO VARGAS LLOSA: "Así comenzó esta historia. Desde entonces, cada
vez que me han preguntado por qué estuve dispuesto a dejar mi vocación de
escritor por la política, he respondido: "Por
una razón moral. Porque las circunstancias me pusieron en una situación de
liderazgo en un momento crítico de la vida de mi país. Porque me pareció que se
presentaba la oportunidad de hacer, con el apoyo de una mayoría, las reformas
liberales que, desde comienzo de los años setenta, yo defendía en artículos y
polémicas como necesarias para salvar al Perú". (p. 46)
7.
NACIONALISMO:
"No es fácil explicarlo, sin caer en el lugar común o la estupidez
sensiblera. Aunque nací en el Perú ("por un accidente de la
geografía", como dijo el Jefe del Ejército peruano, general Nicolás de
Bari Hermoza, creyendo que me insultaba) mi vocación es de un cosmopolita y un
apátrida, que siempre detestó el nacionalismo y que, desde joven, creyó que, si
no había manera de disolver las fronteras y sacudirse la etiqueta de una
nacionalidad, ésta debería ser elegida, no impuesta. Detesto el nacionalismo,
que me parece una de las aberraciones humanas que más sangre ha hecho correr y
también sé que el patriotismo, como escribió el doctor Johnson, puede ser el
"el último refugio del canalla". (p. 47)
8.
MERCADO LIBERAL:
"Uno de los mitos más dañinos de nuestro tiempo es el que los países
pobres lo son por una conspiración de los países ricos, que se las arreglan
para mantenerlos en el subdesarrollo a fin de explotarlos. No hay mejor
filosofía para eternizar en el atraso. Porque aquella teoría es, ahora, falsa. En el pasado, cierto, la
prosperidad dependía casi exclusivamente de la geografía y de la fuerza. Pero
la internacionalización de la vida moderna —de los mercados, de las técnicas,
de los capitales— permite a cualquier país, aun al más pequeño y menos dotado
de recursos, si se abre al mundo y organiza su economía en función de la
competencia, un crecimiento rápido."(p. 49)
III. LIMA LA HORRIBLE
9.
RELACIÓN
CONFLICTIVA CON SU PAPÁ: "Entonces, junto con el terror, me inspiró
odio. La palabra es dura y así me lo parece también, entonces, y de pronto, en
las noches, cuando, encogido en mi cama oyéndolo gritar e insultar a mi madre,
deseaba que le sobreviniera todas las desgracias del mundo —que, por ejemplo,
un día, el tío Juan, el tío Lucho, el tío Pedro y el tío Jorge lo emboscaran y
le dieran una paliza-me llenaba de espanto, porque odiar a su propio padre
tenía que ser un pecado mortal, por el que Dios me castigaría." (p. 54)
10.
"Cuando me pegaba, yo perdía totalmente los
papeles, y el terror me hacía muchas veces humillarme ante él y pedirle perdón
con las manos juntas. Pero ni eso lo calmaba. Y seguía golpeando, vociferando y
amenazándome con meterme al Ejército de soldado raso apenas tuviera edad
reglamentaria, para que me pusieran en vereda." (p. 56)
11.
ATEÍSMO JUVENIL:
"A partir de entonces, de una manera gradual, fui dejando de interesarme
en la religión y en Dios. Seguía yendo a misa, confesándome y comulgando, e
incluso rezando por las noches, pero de una manera cada vez más mecánica, sin
participar en lo que hacía, y, en la misa obligatoria del colegio, pensando en
otra cosa, hasta que un día me di cuentas de que ya no creía. Me había vuelto
un descreído. No me atrevía decírselo a nadie, pero, a solas, me lo decía, sin
vergüenza y sin temor. Sólo en 1950, al entrar al Colegio Militar Leoncio
Prado, me atrevía a desafiar a la gente que me rodeaba con el exabrupto:
"Yo no creo, soy un ateo". (p. 76)
IV. EL FRENTE DEMOCRÁTICO
12.
VIEJA POLÍTICA:
La mala imagen de los viejos políticos se puede borrar con un plan de reformas
profundas que no tendrán nada que ver con el populismo de AP ni el
conservadurismo del PPC, sino con un liberalismo radical nunca antes postulado
en el Perú. Son estas ideas las que darán novedad y frescura al Frente. (p. 83)
13.
IRRACIONALISMO
POLÍTICO: Votaron, como se vota en una democracia subdesarrollada, y, a
veces, en las avanzadas, por imágenes, mitos, pálpitos, o por oscuros sentimientos
y resentimientos sin mayor nexo con la razón. (p. 84)
14.
LA DERROTA DEL
FRENTE: La vinculación con AP y PPC no fue la razón principal de la derrota
en las elecciones. Esta se debió a varios factores y, sin duda, yo tuve mucha
responsabilidad en el fracaso, por centrar toda la campaña en la defensa de un
programa de gobierno, descuidar los aspectos exclusivamente políticos, denotar
intransigencia y mantener, de principio a fin, una transparencia de propósitos
que me volvió vulnerable a los ataques y a las operaciones de descrédito y que
asustó a muchos de mis iniciales partidarios. Pero la alianza con quienes
habían gobernado entre 1980 y 1985 contribuyó a que la confianza popular en el
Frente —que existió a lo largo de casi toda la campaña— fuera precaria y, en un
momento dado, se eclipsara. (p. 85)
15.
PODER E IDEALES:
"Ya metido en la candela, en esas reuniones tripartitas hice un
descubrimiento deprimente. La política real y no aquella que se lee y escribe,
se piensa y se imagina —la única que yo conocía—, sino la que se vive y
practica día a día, tiene poco que ver con las ideas, los valores y la
imaginación, con las visiones teleológicas —la sociedad ideal que quisiéramos
construir— y, para decirlo con crudeza, con la generosidad, la solidaridad y el
idealismo. Está hecha exclusivamente de maniobras, intrigas, conspiraciones,
pactos, paranoias, traiciones, mucho cálculo, no poco cinismo y toda clase de
malabares. Porque al político profesional, sea de centro, de izquierda o de
derecha, lo que en verdad lo moviliza, excita, mantiene en actividad es el poder: llegar a él, quedarse en él o
volver a ocuparlo cuanto antes." (p. 90)
16.
RECHAZO AL PODER:
"Era mi caso. El poder me inspiró desconfianza, incluso en mi juventud
revolucionaria. Y siempre me pareció una de las funciones más importantes de mi
vocación, la literatura, ser una forma de resistencia al poder, una actividad
desde la cual todos los poderes podían ser permanentemente cuestionados, ya que
la buena literatura muestra las insuficiencias de la vida, la limitación de
todo poder para colmar las aspiraciones humanas. Era esta desconfianza hacia el
poder, además de mi alergia biológica a cualquier forma de dictadura, lo que, a
partir de los años setenta, me había hecho atractivo el pensamiento liberal de
un Raymond Aron, un Popper y de un Hayek, de Friedman o de Nozik, empeñado en
defender al individuo contra el Estado, en descentralizar el poder
pulverizándolo en poderes particulares que se contrapesen unos a otros y en
transferir a la sociedad civil las responsabilidades económicas, sociales e
institucionales en vez de concentrarlas en la cúpula." (pp. 90-91)
17.
FREDEMO:
"El Frente Democrático no llegó a ser una fuerza coherente e integrada, en
la que el objetivo común prevaleciera sobre los intereses de los partidos que
lo formaban. Sólo en la segunda vuelta, luego de la gran sorpresa —el
elevadísimo porcentaje alcanzado por el desconocido Alberto Fujimori y la
certidumbre de que en la elección final el voto aprista e izquierdista lo
apoyaría—, hubo un sobresalto que acercó a militantes y dirigentes y los indujo
a cooperar sin la mezquindad partidista que predominó hasta el 10 de abril de
1990." (p. 92)
V. EL CADETE DE LA SUERTE
18.
TRISTEZAS,
LECTURAS: "Aunque, ninguno de los apodos que yo tuve fue el de
"loco"; me decían Bugs Bunny, El Conejo de la Suerte, o Flaco; pues
lo era, y a veces Poeta, porque escribía y, sobre todo, porque me pasaba el
día, y a veces la noche, leyendo. Creo que nunca leí tanto y con tanta pasión
como en esos años leonciopradinos." (p. 114)
19.
"En las salidas, compraba libros y mis tíos me
tenían lista alguna nueva provisión para traerme al colegio. Cuando comenzaba a
caer la noche del domingo e iba acercándose la hora de cambiar las ropas de
civil por el uniforme para volver al internado, todo comenzaba a malograrse: la
película se volvía fea, el partido soso, las casas, los parques y le cielo se
entristecían. Surgía un difuso malestar en el cuerpo. A esos años debo el odio
al tardecer y la noche del domingo. Recuerdo muchos libros que leí en esos años
—Los Miserables, por ejemplo, de
efecto imperecedero—, pero el autor al que más agradecido le estoy es Alejandro
Dumas. Casi todo él estaba en las ediciones amarillas de la editorial Tor o en
la de cartulinas oscuras, con solapa, de Sopena: El Conde de Montecristo, Memorias de un médico, El collar de la reina,
Angel Pitou, y la serie larguísima de los mosqueteros que terminaba con los
tres volúmenes de El Vizconde de
Bragelonne." (pp. 115116)
VI. RELIGIÓN, MUNICIPIOS
20.
DESCONOCIMIENTO
DE LA DOCTRINA SOCIAL: "En otras ocasiones, y siempre con sus finísimas
maneras, don Ernesto me había hecho llegar las encíclicas de la Iglesia sobre
el tema social, y sus propios escritos. Aunque dichos textos solían provocar en
mí más reticencias que entusiasmo —la teoría Social Cristiana de la
supletoriedad, además de un trabalenguas, siempre me pareció una puerta por la
que podía filtrarse, de contrabando, un encubierto control de toda la vida
económica—, estas iniciativas de don Ernesto me causaron una grata impresión.
He aquí, entre los políticos peruanos, alguien desinteresado en ideas y
doctrinas, que entendía la política como hecho cultural." (p. 126)
21.
RELIGIÓN:
"El no ser un creyente fue motivo de preocupación, acaso de angustia, para
los católicos que me apoyaban, en el Movimiento Libertad y en el Partido
Popular Cristiano, sobre todo aquellos que no eran, como la mayoría de los que
yo conocía, creyentes rutinarios, laxos, puramente sociales, sino que se
esforzaban por vivir en coherencia con los dictados de su fe. Conozco pocos
católicos de esta índole y don Ernesto Alayza Grundy es uno de ellos."
(pp. 126127)
22.
AGNOSTICISMO Y
SUBJETIVISMO ÉTICO: Al comenzar mi actividad política, adelantándome a lo
que, era evidente, mis adversarios tratarían de explotar a fondo en los meses y
años siguientes, expliqué en una entrevista con César Hildebrandt que yo no era
creyente, tampoco un ateo, sino un
agnóstico, pero que no discutiría en la campaña sobre religión. Pues las
creencias religiosas, como las amistades, la vida sexual y sentimental
pertenecen al dominio de lo privado, deben ser rigurosamente respetadas y en
ningún caso convertidas en materia de debate público. Precisé también que, como
era obvio, quien gobernase el Perú, cualesquiera que fuesen sus convicciones,
debía ser consciente de que la gran mayoría de peruanos eran católicos, y
actuar con el debido respeto para con esos sentimientos. (p. 127)
23.
NO
INSTRUMENTALIZACIÓN DE LA RELIGIÓN: Es cierto que, en coherencia con lo que
postulábamos sobre el respeto a la privacidad, nunca discutimos en el
Movimiento Libertad asuntos religiosos. Tampoco salió alguno de mis amigos a
hacer públicamente su condición de católico para contrarrestar los ataques:
eran, ya lo he dicho, creyentes que trataban de vivir de acuerdo a sus
creencias, para quienes no eran concebible traficar con la fe ni para atacar al
adversario ni para promoverse a sí mismos. (p. 129)
VII. PERIODISMO Y BOHEMIA
24. SARTRE EN LA
FORMACIÓN INTELECTUAL DE M.V.LL.: Mi educación literaria debe a Carlitos
Ney más que a todos mis profesores de colegio y que a la mayoría de los que
tuve en la universidad. Gracias a él conocí algunos de los libros y autores que
marcarían con fuego mi juventud —como el Malraux de La condición humana y La esperanza, los novelistas norteamericanos,
de la generación perdida, y sobre todo, Sartre, de quien, una tarde, me regaló
los cuentos de El muro, en la edición
de Losada prologada por Guillermo de Torre. A partir de este libro iniciaría
una relación con la obra y el pensamiento de Sartre que tendría un efecto
decisivo en mi vocación. (p. 147)
VIII. EL MOVIMIENTO LIBERTAD
25.
LIBERTAD:
"La libertad había que entenderla como indivisible, en lo político y en lo
económico. El Movimiento Libertad debía ganar para estas ideas un mandato
electoral que nos permitiera materializarlas en un régimen civil y democrático.
Una gran reforma liberal era posible en democracia, a condición de que una
mayoría votara por ella. Por eso era imprescindible ser transparentes,
explicando lo que queríamos hacer y su precio." (p. 160)
26.
SERVILISMO,
CACIQUES: "Lidiar con los caciques, servirme de los caciques, fue algo
que nunca supe hacer. El disgusto que me producían, ellos, que representaban a
nivel provinciano, todo lo que no hubiera querido que no fuera la política en el Perú, sin duda me lo leían en la cara.
Pero ello no impidió que en muchas provincias los comités del Movimiento
Libertad cayeran en manos de caciques. ¿Cómo algo tan visceralmente incorporado
a nuestra idiosincrasia?" (pp. 164-165)
27.
CORRUPCIÓN:
"Yo me había prometido acabar con ese epifenómeno del subdesarrollo
peruano. Porque sin la moralización del poder la democracia no sobreviviría en
el Perú o seguiría siendo una caricatura. Y por una razón más personal: los
pillos y la pillería asociada a la política me dan náuseas. Es una debilidad
humana con la que no soy tolerante. Robar desde el gobierno en un país pobre,
donde la democracia está en pañales, siempre me ha parecido un agravante del
delito. Nada desprestigia y trabaja tanto por el desplome de la democracia como
la corrupción. Algo en mí se subleva desmedidamente frente a esa utilización delictuosa
del poder obtenido con los votos de gente ingenua y esperanzada, para
enriquecer a los compinches. También por eso mi oposición a Alan García fue tan
dura: porque con él en el poder la pillería se generalizó en el Perú a extremos
del vértigo." (p. 169)
28.
RAZÓN Y DISCURSO
vs. EMOTISMO POLÍTICO: "La lógica, el orden racional, la coherencia,
la conciencia crítica de lo que está diciendo es un estorbo para lograr aquel
efecto, que se consigue sobre todo con imágenes y metáforas impresionistas,
latiguillos, figuras y desplantes. El buen orador político latinoamericano está
más cerca de un torero o de un cantante de rock que de un conferencista o un
profesor: su comunicación con el público pasa por el instinto, la emoción, el
sentimiento, antes que por la inteligencia." (pp. 172-173)
29.
IDEAS Y EMOCIONES:
Pero no tuve mucho éxito en ninguna de las dos cosas. Porque los peruanos no
votaron por ideas en las elecciones y
porque, a pesar de mis prevenciones, muchas veces noté —sobre todo cuando la
fatiga me vencía— que, de pronto, resbalaba también por el latiguillo o el
exabrupto para arrancar el aplauso. (p. 173)
IX. EL TÍO LUCHO
30.
EL TÍO LUCHO Y EL
VOLUNTARISMO EXISTENCIAL: Él solía recitármelo, a la vez que me animaba a
seguir mis inclinaciones literarias sin pensar en las consecuencias, porque —es
una lección que aprendí y que he tratado de transmitir a mis hijos— la peor
desgracia para un hombre es pasarse la vida haciendo cosas que no le gustan en
vez de las que hubiera querido hacer. (pp. 185-186)
31.
EROTISMO: Mi
generación vivió el canto del cisne del burdel, enterró a esa institución que
iría extinguiéndose a medida que las costumbres sexuales se distendían, se
descubría la píldora, pasaba a ser obsoleto el mito de la virginidad y los
muchachos comenzaban a hacer el amor con sus enamoradas. La banalización del
sexo que eso trajo consigo es, según psicólogos y sexólogos, muy saludable para
la sociedad, la que, de este modo, se desahoga de abundantes represiones
neuróticas. Pero ha significado, también, la trivialización del acto sexual y
la extinción de una fuente privilegiada de placer para el ser humano
contemporáneo. Despojado de misterio y de los tabúes religiosos y morales
seculares, así como de los elaborados ritos que rodeaban su práctica, el amor
físico ha pasado a ser para las nuevas generaciones lo más natural del mundo,
una gimnasia, un pasajero entretenimiento, algo muy distinto de ese misterio
central de la vida, de ese acercarse a través de él a las puertas del cielo y
del infierno que fue todavía para mi generación. El burdel era el templo de
aquella clandestina religión, donde uno iba a oficiar un rito excitante y
arriesgado, a vivir, por unas pocas horas, una vida aparte. (pp. 191-192)
X. VIDA PÚBLICA
32.
POPPER Y OTRAS
LECTURAS: "Así, releí algunas novelas queridísimas, como La condición humana, de Malraux, Moby Dick de Melville, Luz de agosto, de Faulkner y los cuentos
de Borges. Un poco asustado al descubrir lo poco de intelectual —de
inteligente— del quehacer político cotidiano, me impuse lecturas difíciles, que
me obligaran a leer rumiando y tomando apuntes. Desde que en 1980 cayó en mis
manos La sociedad abierta y sus enemigos,
me había prometido estudiar a Popper. Lo hice en esos tres años, cada día
temprano en la mañana, antes de salir a correr, cuando empezaba a clarear y la
quietud de la casa me recordaba la era prepolítica de mi vida." (p. 211)
33.
PAÍS PLURAL:
"El Perú no es un país, sino varios, conviviendo en la desconfianza y la
ignorancia recíprocas, en el resentimiento y el prejuicio, en un torbellino de
violencias. De violencias en plural:
la del terror político y la del narcotráfico; la de la delincuencia común, que,
con el empobrecimiento y el desplome de la limitada legalidad estaba
barbarizando cada vez más la vida diaria, y, desde luego, la llamada violencia
estructural: la discriminación, la falta de oportunidades, el desempleo y los
salarios de hambre de vastos sectores de la población." (pp. 212-213)
34.
EL SUBDESARROLLO:
"Un país siempre puede estar
peor. Para el subdesarrollo no hay fondo". En los últimos treinta años el
Perú había estado haciendo todo lo necesario para que hubiera cada vez más
pobres y para que sus pobres se empobrecieran más. ¿No era evidente, ante esos
peruanos que se morían de hambre, en esa cordillera con el potencial minero más
rico del continente, de la que salieron el oro y la plata gracias a los cuales
el nombre del Perú fue sinónimo de munificencia, que la política debía
orientarse a atraer inversiones, abrir, activar el comercio, revalorizar las
tierras, desarrollar la minería, la agricultura, la ganadería?. (p. 217)
35.
POSICIÓN LIBERAL
FRENTE A LAS POLÍTICAS REDISTRIBUTIVAS: "El principio de la
redistribución de la riqueza tiene una fuerza moral indiscutible, pero impide
ver a sus propugnadores que ella no favorece la justicia si las políticas que
inspira paralizan la producción, desalientan la iniciativa y ahuyentan las
inversiones. Es decir, si se traducen en el caso de los Andes, la miseria, como
hacía Alan García, no alimenta a quienes enfrentan el problema en términos de
vida o muerte." (p. 218)
36.
CRÍTICA LIBERAL A
LAS ECONOMÍAS IGUALITARIAS: "Pero las economías igualitaristas basadas
en la solidaridad nunca han sacado a un país de la pobreza; siempre lo han
empobrecido más. Y, a menudo, han
recortado o hecho desaparecer las libertades, ya que el igualitarismo exige una
planificación rígida, que comienza siendo económica y se va extendiendo al
resto de la vida. De allí resultan una ineficiencia, una corrupción y unos
privilegios para quien gobierna que contradicen la noción misma de igualdad.
Los contados casos de despegue económico en el Tercer Mundo han seguido, todos,
la receta del mercado." (p. 219)
XI. CAMARADA ALBERTO
37.
AÑOS 1953-1954:
ÉPOCA EN LA UNIVERSIDAD DE SAN MARCOS: "Pero la atmósfera y el
funcionamiento de la universidad no eran creativos ni exigentes. Había un
desmoronamiento anímico e intelectual, todavía discreto, aunque generalizado;
los profesores faltaban una clase sí y otra no, y junto a algunos competentes,
otros eran de una mediocridad anestésica. Antes de entrar a la Facultad de
Derecho y a la doctoral de Literatura, había que hacer dos años de estudios
generales, en los que uno seleccionaba varios cursos electivos. Todos los que
yo elegí fueron de literatura." (p. 235)
38.
EMPIEZA EL
MARXISMO: "Desde que Félix se unió a nosotros los demás temas quedaron
relegados a un lugar secundario y la política —o más bien, el socialismo y la
revolución-fue el centro de nuestras conversaciones. Charlábamos en los patios
de San Marcos —instalada todavía en la vieja casona del Parque Universitario,
pleno centro de Lima— o en cafecitos de La Colmena o Azángaro, y
Lea nos llevaba a veces a tomar un café o una Coca-Cola en
el sótano del NegroNegro, en los portales de la plaza San Martín. A diferencia
de lo que habían sido mis visitas a ese local, durante mi bohemia de La Crónica, ahora no bebía una gota de
alcohol y hablábamos de cosas muy serias: los atropellos de la dictadura, los
grandes cambios éticos, políticos, económicos, científicos, culturales que
estaban forjándose allá en la URSS , o en esa China de Mao Ze Dong que había
visitado y sobre la que había escrito tantas maravillas ese escritor francés
—Claude Roy—, en Claves para China,
libro que nos creíamos al pie de la letra." (p. 238)
39.
FILIACIÓN
MARXISTA: "Félix y yo dijimos que queríamos ser simpatizantes pero Lea
pidió su afiliación inmediata. El juramento que le tomó Washington Durán en una
media voz de monaguillo era solemne —"Juráis
luchar por la clase obrera, por el partido seudónimos. El mío fue camarada
Alberto." (p. 242)
40.
COMUNISMO Y
LIBERTAD: "Y, sobre todo, porque había en mi manera de ser — en mi
individualización, en mi creciente vocación por escribir y en mi naturaleza
díscola— una incapacidad visceral para ser militante revolucionario paciente,
incansable, dócil, esclavo de la organización, que acepta y practica el
centralismo democrático —una vez tomada la decisión todos los militantes la
hacen suya y la aplican con fanática disciplina— contra el que, aunque aceptara
de boca para afuera que era el precio de la eficacia, todo mi ser se
rebelaba." (p. 250)
XII. INTRIGANTES Y DRAGONES
41. EMPRESARIO Y POLÍTICA: "Aborrecido
(el empresario) y atacado sin tregua por la izquierda, en cuya demonología
aparecía siempre como el gran responsable de la explotación y la injusticia
social, y como el antipatriota aliado o sirviente del capital extranjero;
obligado, por el sistema mercantilista, a transgredir continuamente la ley
sobornando funcionarios y evadiendo impuestos para tener éxito; acostumbrado a
la inseguridad de leyes y disposiciones contradictorias y cambiantes según los
vaivenes de un mundo político arbitrario; temeroso de las nacionalizaciones y
confiscaciones y por ello impedido de planear operaciones de largo aliento y
siempre tentado de asegurarse invirtiendo parte de su patrimonio en el
extranjero, el empresario peruano estaba lejos de ser aquel capitán de empresa
audaz, protagonista de la gran revolución industrial de los países
desarrollados. Pero, también, de ser ese chivo expiatorio, en quien socialistas
y populistas veían al responsable de nuestro subdesarrollo. Su participación en
política había sido nula o vergonzante, se había limitado a tratar de
influenciar a los políticos, es decir, en muchos casos, a corromperlos."
(p. 263)
XIII. EL SASTRECILLO VALIENTE
42.
LUIS ALBERTO
SÁNCHEZ: "A diferencia de Basadre o de Porras, ese tercer mosquetero
de la célebre generación del diecinueve, Luis Alberto Sánchez (el cuarto, Jorge
Guillermo Leguía, murió muy joven, dejando apenas el esbozo de una obra), que,
como dirigente del APRA, había vivido muchos años en el destierro, era el más
internacional y el más fecundo del trío, pero también el más improvisado y
criollo y el menos riguroso a la hora de publicar. Que escribiera libros de un
tirón, confiando en la memoria (aún si se tenía la formidable memoria de Luis
Alberto Sánchez), sin verificar los datos, títulos, nombres, como ocurría con
frecuencia en sus torrentosas publicaciones, ponía a Porras fuera de sí. Las
inexactitudes y ligerezas de Sánchez —más aún que las malevolencias y desquites
contra adversarios políticos y enemigos personales que abundan en sus libros—
exasperaban a Porras por una razón que, a la distancia, creo entender mejor,
una razón más elevada de lo que, entonces, me parecía simple rivalidad
generacional. Porque esas libertades que Sánchez se tomaba con su oficio
presuponían el subdesarrollo de sus lectores, la incapacidad de su público para
identificarlos y condenarlos. Y Porras —como Basadre y Jorge Guillermo Leguía,
y, antes que ellos, Riva Agüero—, aunque escribió y publicó poco, lo hizo
siempre como si el país al que pertenecía fuera el más culto e informado del
mundo, exigiéndose un rigor y una perfección extremas, como correspondería al
historiador cuyas investigaciones van a ser sometidas al examen de los eruditos
más solventes." (p. 275)
43.
FAULKNER Y DE
NUEVO SARTRE: Aunque en esos años leí mucho a los novelistas
norteamericanos —Erskin Caldwell, Steinbeck, Dos Passos, Hemingway, Waldo
Frank—, fui leyendo Santuario, Mientras
agonizo, ¡Absalón, Absalón!, Intruso en el polvo, Estos 13, Gambito de caballo,
etcétera, que descubrí lo dúctil de la forma narrativa y las maravillas que
podía conseguir en una ficción cuando se la usaba con la destreza del novelista
norteamericano. Junto con Sartre, Faulkner fue el autor que más admiré en mis
años sanmarquinos; él me hizo sentir la urgencia de aprender inglés para poder
leer sus libros en su lengua original. Otro narrador un tanto huidizo que hacía
apariciones de fuego fatuo por San Marcos era Vargas Vicuña, cuya delicada
colección de relatos Nahuí, publicada
en esos días, hacía esperar de él una obra que, por desgracia, nunca
surgió." (p. 283)
44.
FUNDAMENTALISMO
DEMOCRÁTICO DE MARIO VARGAS LLOSA: "En efecto, durante esos "Tres
años de lucha por la democracia en el Perú" —como se titula el
libro-testimonio que escribió en el exilio—, Bustamante y Rivero gobernó como
si el país que lo había elegido no fuera bárbaro y violento, sino una nación
civilizada, de ciudadanos responsables y respetuosos de las instituciones y las
normas que hacen posible la coexistencia social. Hasta el hecho de que se
hubiera tomado él mismo el trabajo de escribir sus discursos, en una clara y
elegante prosa de sesgo finisecular, dirigiéndose siempre a sus compatriotas
sin permitirse la menor demagogia o chabacanería, como partiendo del supuesto
que todos ellos formaban un auditorio intelectualmente exigente, yo veía en
Bustamante y Rivero a un hombre ejemplar, un gobernante que si llegaba alguna
vez el Perú a ser ese país para el que él gobernó —una genuina democracia de
personas libres y cultas— los peruanos recordarían con gratitud." (pp.
288-289)
45.
INCOMPRENSIÓN DE
LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA: "Y las cosas empeoraron cuando,
gracias a Antonino Espinoza, pude leer algún material sobre la doctrina social
de la Iglesia y la famosa encíclica de León XII, Rerum Novarum, que los democristianos citaban siempre como prueba
de su compromiso con la justicia social y su voluntad de reforma económica en
favor de los pobres. La famosa encíclica a mí se me caía de las manos mientras
la leía por su retórica paternalista y sus sentimientos gaseosos y sus vagas
críticas a los excesos del capital." (p. 300)
XIV. EL INTELECTUAL BARATO
46.
INTELECTUALES
ESQUIZOFRÉNICOS: Antes me devanaba los sesos tratando de adivinar por qué
entre nuestros intelectuales, y sobre todo los progresistas —la inmensa
mayoría—, abundaban el bribonzuelo, el sinvergüenza, el impostor, el pícaro.
Por qué podían, con tanta desfachatez, vivir en la esquizofrenia ética,
desmintiendo a menudo con sus acciones privadas lo que promovían con tanta
convicción en sus escritos y actuaciones públicas. (p. 307)
47.
INTELECTUAL
BARATO: "Podría citar cien casos más, variantes todos de esta
práctica: fingir una persona pública,
unas convicciones, ideas, valores por conveniencia profesional y, al mismo
tiempo, desmentirlas alegremente con la conducta doméstica. El resultado de
semejante inautenticidad es, en la vida intelectual, la devanación del
discurso, el triunfo del estereotipo y de la vacua retórica, de la palabra
muerta de eslogan y el lugar común sobre las ideas y la creatividad. Por eso,
no es accidental que, en los últimos treinta o cuarenta años, el Perú no haya
producido en el dominio del pensamiento casi nada digno de memoria, y, sí, en
cambio, un gigantesco basural de palabrería populista, socialista y marxista
sin contacto con la realizada de los problemas peruanos." (p. 309)
XV. LA TÍA JULIA
48.
"Julia acababa de llegar y estaba aún
desempacando. Reconocí su voz ronca y su risa fuerte, su esbelta silueta de
largas piernas. Hizo algunas bromas al saludarme —"¡Cómo! ¿Tú eres el
hijito de Dorita, ese chiquito llorón de Cochabamba?"—, me preguntó qué
hacía y se sorprendió cuando el Tío lucho le contó que además de estudiante de
Letras y Derecho, escribía en los periódicos y hasta había ganado un premio
literario. "¿Pero qué edad tienes ya?" "Diecinueve años".
Ella tenía treinta y dos pero no los aparentaba pues se la veía joven y guapa.
Al despedirnos, me dijo que si mis "pololas" (enamoradas) me dejaban
libre, la acompañara al cine alguna noche. Y que, por supuesto, ella pagaría
las entradas." (pp. 323-324)
49.
EL SELLO DEL
EROTISMO LITERARIO: "Pero no tardé mucho —es decir, alguno años— en
comprender que, con la permisividad moderna, en la sociedad abierta e
industrial de nuestros días, el erotismo cambiaba de signo y contenido, y
pasaba a ser un producto manufacturado y comercial, conformista, convencional a
más no poder, y, casi siempre, de una atroz indigencia artística. Pero el
descubrimiento de la literatura erótica de calidad, que hice en los inesperados
anaqueles del Club Nacional, ha tenido una influencia en mi obra y dejado un
sedimento en lo que he escrito. De otro lado, el prolijo y abundante Restif de
la Bretonne me ayudó a entender una característica esencial de la ficción: que
ella sirve al novelista para recrear el mundo a su imagen y semejanza, a
recomponerlo sutilmente de acuerdo a sus secretos apetitos." (p. 336)
50.
FAULKNER Y EL
FORMALISMO LITERARIO: En esa época,
por mi deslumbramiento con la obra de Faulkner, yo vivía
fascinado por la técnica de la novela, y todas las que caían a mis manos, las
leía con un ojo clínico, observando cómo funcionaba el punto de vista, la
organización del tiempo, si era coherente la función del narrador o si las
incoherencias y torpezas técnicas —la adjetivación, por ejemplo— destruían
(impedían) la verosimilitud. A todos los novelistas y cuentistas que entrevisté
los interrogaba sobre la forma narrativa, sobre sus preocupaciones técnicas, y siempre me desmoralizaban
sus respuestas, desdeñosas de
esos "formalismos". Algunos
añadían "formalismos extranjerizantes, europeístas" y
otros llegaban al chantaje "telúrico": "Para mí, lo importante
no es la forma, sino la vida misma", "Yo nutro mi literatura de las
esencias peruanas". (p. 345)
51.
CRÍTICA A LA
LITERATURA TELÚRICA: "La palabra "telúrica" llegó a ser para
mí el emblema del provincialismo y el subdesarrollo en el campo de la
literatura, esa versión primaria y superficial de la vocación de escritor de
aquel ingenuo que cree que se pueden escribir buenas novelas inventando buenos
"temas" y no ha aprendido aún que una novela lograda es una esforzada
operación intelectual, el trabajo de un lenguaje y la invención de un orden
narrativo, de una organización del tiempo, de unos movimientos, de una
información y unos silencios de los que depende enteramente que una ficción sea
cierta o falsa, conmovedora o ridícula, seria o estúpida. Yo no sabía si
llegaría a ser un día un escritor, pero sí supe desde esos años que nunca sería
un escritor telúrico." (p. 346)
XVI. EL GRAN CAMBIO
52.
EDUCACIÓN Y MITO
IDEOLÓGICO: "Esta controversia fue para mí muy instructiva sobre la
fuerza del mito ideológico, capaz de sustituir totalmente a la realidad. Porque
la gratuidad de la educación pública que con tanto ahínco defendían mis
adversarios era inexistente, letra muerta. Desde hacía tiempo, las condiciones
ruinosas del erario impedían al Estado construir colegios y la inmensa mayoría
de las aulas que se levantaban en barrios marginales y pueblos jóvenes para
atender la demanda creciente, las construían los propios vecinos. Y los padres
de familia, también, se encargaban del mantenimiento, limpieza y refacción de
las escuelas y colegios nacionales por la incapacidad del Estado para asumir
los gastos." (p. 356)
53.
EMPLEO Y
DESEMPLEO EN EL PROGRAMA DEL FRENTE: "Pero la transferencia del sector
público al privado de las decenas o centenas de miles de sobrantes no se iba a
hacer mediante despidos intempestivos. Éramos conscientes del desempleo y mi
gobierno, no sólo por razones legales y
éticas, también prácticas, no cometería la insensatez de inaugurar su
gestión multiplicando este problema. Nuestro designio era la reubicación
indolora de la burocracia sobrante. El trasvase iría ocurriendo a medida que,
con las reformas, comenzara el crecimiento económico, hubiera nuevas empresas y
las existentes pudieran trabajar a plena capacidad. Sería acelerado, por parte
del gobierno, con incentivos para lograr renuncias voluntarias o jubilaciones
adelantadas. Sin atropellar los derechos de nadie, tratando de que el mercado
efectuara la reubicación, pasaría al sector civil buena parte de la
burocracia." (pp. 360-361)
54.
LA RACIONALIDAD
POLÍTICA DEL LIBERALISMO: "Desde muy joven he vivido fascinado con la
ficción, porque mi vocación me ha hecho muy sensible a ese fenómeno. Y hace
tiempo que he ido advirtiendo cómo el reino de la ficción desborda largamente
la literatura, el cine y las artes, géneros en los que se la cree confinada.
Tal vez porque es una necesidad irresistible que la especie humana trata de
aplacar de cualquier modo y aun por conductos inimaginables, la ficción aparece
por doquier, despunta en la religión y en la ciencia y en las actividades aparentemente
vacunadas contra ella. La política sobre
todo en países donde la ignorancia y las pasiones juegan un papel importante en
ella como el Perú, es uno de esos campos abonados para que lo ficticio, lo
imaginario echen raíces. Tuve muchas ocasiones de comprobarlo en la
campaña, y, sobre todo, en el asunto del medio millón de burócratas amenazados
por mi hacha liberal." (p. 361)
XVII.
EL PAJARO MITRA (pp. 383-408)
XVIII. LA
GUERRA SUCIA
55.
EXCESO
PUBLICITARIO DEL FRENTE: "Todos los canales de televisión privados vomitaban
desde la mañana hasta la noche las caras de nuestros candidatos, en avisos
donde el derroche se conjugaba a menudo con el mal gusto, y en los que muchos
ofrecían todo lo imaginable y concebible, sin importarles que ello estuviera en
flagrante contradicción con los principios más elementales de aquella filosofía
liberal que, decía yo, era la nuestra. Unos prometían obras públicas y otros
controlar los precios y crear nuevos servicios, pero la mayoría no hacía
referencia a idea alguna y se limitaba a promocionar su cara y su número, de
manera chillona y machacante. A un aspirante a senador lo ensalzaba un aria de
zarzuela cantada por un barítono y un candidato a diputado, para mostrar su
amor al pueblo, aparecía entre grandes traseros de mulatas que bailaban ritmos
afros; otro, lloraba rodeado de ancianitos cuya suerte compadecía con voz
trémula." (p. 410)
56.
EL LLAMADO
ANTI-NACIONALISMO DE MARIO VARGAS LLOSA: Arma importante de la guerra sucia
era mi "anti-militarismo" y "anti-nacionalismo". El APRA,
sobre todo, pero también parte de la izquierda —que desde los tiempos de la
dictadura de Velasco se había vuelto militarista— recordaban que el Ejército
había quemado en un acto público en 1963, mi novela, La ciudad y los perros por
considerarla ofensiva para las Fuerzas Armadas. La oficina del odio encontró,
escarbando en mi bibliografía, muchas declaraciones y citas mías en mis
artículos y entrevistas atacando el nacionalismo como una de las
"aberraciones humanas que más sangre ha hecho correr en la historia"
—frase que, en efecto, suscribo— y las difundía masivamente, en volantes
anónimos, pero impresos en la Editora Nacional. En uno de ellos, se advertía a
los electores que el Ejército no permitiría que su "enemigo" tomara
el poder y que si yo ganaba las elecciones habría un cuartelazo.
Esto era, también, algo temido por dirigentes del Frente
Democrático, que me aconsejaban gestos públicos y reuniones privadas con jefes
militares para tranquilizarlos respecto al "antimilitarismo" de mis
libros y algunas tomas de posición de veinte o treinta años atrás (por ejemplo,
a favor de la revolución cubana y del intento guerrillero del MIR, de Luis de
la Puente y Guillermo Lobatón, en 1965). (pp. 428-429)
57.
EL PATRIOTISMO:
"Es un error confundir el nacionalismo con el patriotismo. Éste es un
legítimo sentimiento de amor por el suelo donde uno nació; aquél, una doctrina
decimonónica, restrictiva y anticuada, que en América Latina había enfrentado a
nuestros países en guerras fratricidas y arruinado nuestras economías.
Siguiendo el ejemplo de Europa, había que acabar con aquella tradición
nacionalista y trabajar por la integración con los vecinos. Mi gobierno se
esforzaría, desde el primer día, en remover todas las barreras económicas y
políticas que impedían una estrecha colaboración y amistad con los países
latinoamericanos, principalmente nuestros vecinos." (pp. 433-444)
58.
FUJIMORI:
"¿Quiénes sino podían votar por un desconocido, sin programa, sin equipo
de gobierno, sin la menor credencial política, que casi no había hecho campaña
fuera de Lima, improvisado de la noche a la mañana como candidato?. Dijeran lo
que dijeran las encuestas, no se me pasaba por la cabeza que una candidatura
tan huérfana de ideas y personas pudiera pesar frente al monumental esfuerzo
desarrollado por nosotros a lo largo de casi tres años de trabajo. Y, en
secreto, sin decírselo a Patricia, todavía albergaba la esperanza de que los
peruanos me dieran ese domingo el mandato para el "gran cambio en
libertad". (p. 446)
XIX. EL
VIAJE A PARÍS: 1958 (pp. 455-474)
XX.
PUNTO FINAL
59.
A muchos dirigentes del Frente y amigos de Libertad, la
nueva estrategia, más humilde y popular, menos ideológica y polémica, les
pareció una oportuna rectificación, y pensaron que de este modo recuperaríamos
el electorado perdido, aquel que había votado por Fujimori. Pues nadie se hacía
ilusiones sobre el voto aprista o el de las variantes socialista y comunista.
También nos alentaba el cada vez más decidido apoyo de la Iglesia. ¿No era el
Perú un país católico hasta la médula? (p. 494)
60.
DISCRIMINACIÓN
RACIAL Y SOCIAL: Esa minúscula minoría blanca o emblanquecida por el dinero
y el ascenso social no ha ocultado jamás su desprecio hacia los peruanos de
otro color y otra cultura, al extremo de que expresiones como
"indio", "cholo", "negro, "zambo",
"chino" tienen en su boca una connotación peyorativa. Aunque no
escrita, ni amparada por alguna legislación, siempre ha habido es esa pequeña
cúpula blanca una tácita actitud discriminatoria hacia los peruanos, que, a
veces, generaba pasajeros escándalos, como, por ejemplo, uno célebre, en los
años cincuenta, cuando el Club Nacional baloteó, impidiéndole el ingreso a la
institución a un destacado agricultor y empresario iqueño, Pedro
Guimoyi, por su origen asiático, o cuando en el Congreso
fantoche de la dictadura de Odría, un parlamentario de apellido Faura intentó
hacer aprobar una ley a fin de que los serranos (en verdad, los indios)
tuvieran que pedir un salvoconducto para venir a Lima. (En mi propia familia,
cuando yo era niño, la tía Eliana fue discretamente segregada por casarse con
un oriental). (p. 505)
XXI.
COLOFÓN (pp. 531-538)
VALORACIÓN DOCTRINAL
En las Memorias se
encuentran las claves para entender el rumbo y sentido (forma y contenido) de
la obra de Mario Vargas Llosa: su narrativa es continuación de su propia historia
personal.
Este relato autobiográfico presenta la vida a galope de
Mario Vargas Llosa. Hay tiempos vividos con sosiego (su infancia antes del
encuentro con su padre en Lima) y tiempos vividos a sobresaltos en experiencias
vitales que marcaron profundamente su personalidad.
El precepto bíblico de honrar padre y madre es lesionado en
muchas páginas de las memorias noveladas del autor. Es natural en todo hijo
respetar a sus padres, venerar su memoria y callar sus vergüenzas, sean ellas
de la índole que fueran. Nada más lesivo al honor de los padres que dar a
conocer a todo el mundo las cosas malas que hicieron o que les pasaron a lo
largo de sus vidas. Eso hace Mario Vargas Llosa. Hay otra cualidad humana, de
la que se ocupa la ética, el derecho y la justicia: la intimidad de las
personas. ¿Cabe entonces, convertir en tema de un libro la vida privada de dos
seres humanos, que son sus propios padres, que se enamoran, se casan, se
separan, se vuelven a unir, se vuelven a separar, y lógicamente hacen sufrir a
su hijo con esas complicaciones de sus relaciones conyugales ? No, sin duda,
porque lesionan la intimidad de ese matrimonio ciertamente maltrecho, que el
autor conoce en su calidad de hijo.
Los recuerdos que Mario Vargas Llosa recoge en este libro entremezclan
hechos y juicios sobre personas, instituciones y sucesos, en general. El tono
de la narración es más bien descarnado y con tendencia a la intemperancia por
exceso. Lo propio lo muestra sin mayor pudor y recato y es fácil precisar
sucesos sobre los que una conciencia medianamente fina hubiese guardado
silencio, cualidad que no es, precisamente, un atributo en Mario Vargas Llosa.
Queda manifiesta una vida personal que se suscita en
episodios excitantes que Mario Vargas Llosa presenta a modo de agregado vital,
con un reconocimiento aprobatorio implícito. Una especie de ascenso y
crecimiento personal, en franco indiferentismo moral, en donde el criterio
ético de bueno/malo desaparece.
El perfil
vital de Mario Vargas Llosa es una curiosa simbiosis de racionalismo liberal
que da consistencia a un fuerte voluntarismo existencial. Es libertad hacia
adelante, sin fundamento, sin más límite que la propia afirmación de su
proyecto personal. De allí, su incapacidad para reconocer instancias
trascendentales que escapan a la propia autocomprensión: es proyecto personal,
estructurado en clave liberal, el que mide la realidad de las cosas.
Aunque la simplificación pueda ser estrecha, pareciera que
en Mario Vargas Llosa su alma es sartriana y popperiana su estructura mental.
En cualquier caso, compañeros precarios para el camino personal, que lo
atenazan en un horizonte sin verdad, sin Dios, sin trascendencia.
Mario Vargas Llosa se declara expresamente agnóstico. Las
creencias religiosas son para él una cuestión que tiene su reducto en la
conciencia privada. Cordialmente respetuoso con la Religión, no lo es así con
las expresiones históricas del Cristianismo. Por eso, es frecuente encontrar en
otros escritos suyos de crítica literaria, histórica y política comentarios
ácidos respecto a ciertas instituciones inspiradas en la fe cristiana, que
revelan su poco conocimiento en esta materia, que no es sino sesgo y expresión
intelectual de su opción agnóstica.
Intelectualmente sigue la línea liberal de Hayek y Popper.
No hay verdad absoluta ni firme. Todo es consenso. El estatuto mismo de la
verdad es precario; ella misma es sospechosa. Este liberalismo originario nutre
sus posturas en el campo cultural y político: economía de mercado, reducción
del Estado, amplitud para la iniciativa privada, libertad económica y política,
etc.
El vitalismo y racionalismo adoptado corroe todo principio
trascendente (Dios, norma moral,...) y firme que Vargas Llosa traslada hacia el liberalismo democrático, que en él asume el carácter de valor
absoluto, de ahí su fundamentalismo
maniático en la defensa de la democracia. En este sentido, el énfasis de su
discurso se torna autoritario.
El libro contiene constantes referencias históricas,
descritas con viveza, en las que se retrata acontecimientos que tuvieron
importancia en la vida de los peruanos, unas para beneficiarlos y otras
—demasiadas— para hacerles daño.
Difamar es divulgar
algo verdadero que daña la fama de una persona, por muy real que sea, pero
desconocido para la gente. Un libro escrito por un candidato derrotado que iba
favorito corre el riesgo de respirar por la herida, sentir lesionado el orgullo
personal, buscar causas y explicaciones para el fracaso político. MVLL hace un
esfuerzo por superar esta tentación, se defiende con la claridad literaria de
su estilo pero muchas veces aflora el resentimiento y agravia a viejos amigos,
los involucra en responsabilidades en base a consideraciones parciales,
terminando por deformar la realidad de las cosas. Las desavenencias entre los
líderes de los partidos, Fernando Belaúnde Terry y Luis Bedoya Reyes con él;
las de sus publicistas Jorge Salmón y Daniel Vinitsky con él; o —la más famosa—
de Hernando de Soto con él; son tres ejemplos de asuntos de tipo privado, que
ocurrieron en un clima de confianza íntima, en la que se presupone reserva de
oficio, que luego aparecen en las páginas de la novela como personajes de
ficción, con las consecuencias fáciles de imaginar para gente que tiene una
actuación vigente en la vida pública o profesional del país.
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